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JungKook







Mis ojos se negaron a abrirse.

Todos los sentidos se enfocaron a un dolor en particular. Una agonía insoportable en la parte posterior del cráneo. Golpeando, sonido metálico palpitante.

Gemí, necesitando investigar la herida, necesitando tocarla para tratar de aliviar el dolor.

Pero no me podía mover.

Nada me obedecía. 

El pánico me abrió los ojos.

Mi visión estaba borrosa, no enfocada, sobre todo en mi pupila derecha. ¿Qué diablos pasó?

—Ah, por fin has decidido dejar de dormir en tus minutos finales, bastardo.

Jeon Ha-Soo apareció, pero todo lo que vi fueron sus zapatos de color carmesí.

Fruncí el ceño, tratando de averiguar qué mierda estaba pasando. Parpadeando con fuerza, forcé mi vista para dar sentido a algo que no tenía ningún sentido en absoluto.

Estoy al revés.

Apretando los músculos del estómago, me arqueé en posición vertical, tomando nota de mi cuerpo atado y muy desnudo. 

Cuerdas negras estaban envueltas alrededor de mis tobillos, atándome al techo. El disparo en mi muslo parecía horrible y sangriento. Mis brazos 
estaban enlazados a mis lados, enrollados firmemente con un cordel.

El terror caliente llenó mi corazón. 

—¿Qué?—Mi lengua hinchada no podía formar sílabas. Parecía como si me la hubiera mordido.

Jeon Ha-Soo se echó a reír. 

—Si estás tratando de averiguar cómo llegaste a estar colgado, te lo puedo explicar. Te empujé por las escaleras. Te golpeaste la cabeza bastante fuerte en la parte inferior. Rompiste una baldosa.

Chasqueó la lengua como si hubiera arruinado toda su decoración. 

—Sin embargo, perdiendo el conocimiento nos diste la gran ventaja de no darnos más problemas o complicaciones— Me acarició la mejilla—Gracias por eso.

Mi pecho subía y bajaba mientras la adrenalina me convertía de racional a borracho con la necesidad de correr, luchar, o ambas. Nunca quité los ojos de él mientras chasqueaba los dedos, en silencio le pidió a los dos hombres que pusieran una pequeña mesa al lado de mi cabeza. Sobre ella descansaba una pequeña toalla y una fila de cubos de agua. 

Tragué saliva, no es que funcionara colgado boca abajo. La presión del vértigo hizo que el dolor de mi cuello y la inconsciencia gritara de agonía.

En la distancia colgaba un columpio de sexo con cuerdas, poleas y una pared gimiendo de material de tortura sexual. Las baldosas negras y frías del suelo y las cadenas del techo hacían que pareciera como si hubiera retrocedido en el tiempo. 

Me había despertado en una cámara de tortura del siglo XIX.

Mis ojos se cerraron con el recuerdo de cómo torturamos con Nam al padre de Tae. 

Era la misma forma en la que ahora me encontraba. 

—Moriras en las mismas circunstancias —se acercó— ¿Lo recuerdas, cierto?

Me puse rígido. Quería romper su cuerpo en pedazos. Mi sangre estaba fría y lista para su muerte.

Tendió la mano. Uno de sus guardias le colocó un bate de béisbol en su agarre abierto.

J E Z A B E L    | JJK LIBRO #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora