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Taehyung

Maggi no está ni de cerca tan nerviosa como debería estar, pero ya llegará 
a estarlo.

Una vez que esté dentro de ese lugar, sintiendo docenas de ojos peinando cada centímetro de ella, comenzará a sentir las repercusiones de su decisión de seguir adelante con esto.

Hará exactamente lo que dijo que no hace: estremecerse y retroceder cuando alguien la toque; tendrá debilitantes recuerdos de su antigua vida cuando alguien diga una palabra detonante, piensa que ha superado lo que le sucedió estando con Jung, pero nadie se sobrepone a algo así, tan fácilmente. Nadie.

Aunque yo estaré allí para atraparla cuando caiga, tendré que estarlo, así no va a conseguir que nos maten. Y ella ya me desprecia, por lo tanto cualquier cosa a la que tenga que recurrir para lidiar con ella durante esta misión, por lo menos no cambiará tanto la relación ya tumultuosa entre nosotros.

Sin embargo, en cuanto a su relación con JungKook, mi hermano… mi querido y asesino hermano, ¿qué has hecho? ¿Qué estabas pensando al enviar a Maggi, de todas las personas, a un mundo clandestino como éste en Italia?

Lo sé. Oh, lo sé bien.

No es ninguna sorpresa, en realidad, lo que está haciendo JungKook. Pudo engañar al resto, incluso a Maggi pero a mí no. Lo he conocido la mitad de mi vida, y en el fondo, a pesar de su amor por ella, él es el mismo hombre que siempre ha sido. 

Y que siempre será.

Llegamos a Nápoles, y es como colocar un pie sobre un recuerdo cuando doy un paso fuera del avión. Estuve aquí hace años, en una misión para La Organización de Lee. Pero fue mi breve tiempo con Valerie lo que trae nuevamente a colación el recuerdo, no la misión. 

Val me dijo una vez que siempre había querido ir a Italia. Incluso fui tan lejos como para prometerle que la llevaría algún día, aunque sabía que eso probablemente nunca sucedería.

Maggi y yo nos instalamos en el hotel más extravagante en el centro de la ciudad. Me registro como el adinerado y cruel bastardo, Emeric Magnus.

De aquí en adelante, hasta que terminemos la misión, tendré que dejar mis pelotas sofocadas en 
estos trajes. 

Un botones, vestido en un traje negro a rayas y una corbata de moño, guía el 
camino hacia nuestra suite en la planta superior del hotel con vistas a la enorme ciudad abajo. Maggi mantiene su mirada gacha hasta que le doy propina al botones y él nos deja solos en la habitación.

Voy hacia las puertas del balcón y las empujo para abrirlas con las palmas de mis manos hacia el suave aire de otoño. Maggi hace un recorrido en la habitación para comprobar si hay dispositivos de audio o video. Es poco probable que hubiera algo aquí ahora ya que nadie sabía que veníamos, pero nunca está de más estar seguros. 

Esta es precisamente la razón por la que partimos tan rápidamente, en lugar de darle tiempo a la gente de Moretti para contemplar y planear la llegada de un nuevo cliente.

—Está limpio —anuncia Maggi mientras guarda el detector de micrófonos ocultos en un bolso—. La única señal inalámbrica que captó fue el internet, ¿cuál es nuestro primer movimiento?

Me giro desde las puertas dobles de cristal y miro a Maggi. Lleva un fino vestido color crema que cuelga justo por encima de sus rodillas, tensado alrededor de su pequeña cintura por un delgado cinturón negro. Lleva un par de zapatos de tacón color crema con una delicada correa sobre la parte superior de sus pies. 

Efectivamente aún tengo el toque, dado que tuve que comprarle ropa en cuanto bajamos del avión. 

Está malditamente hermosa. 

J E Z A B E L    | JJK LIBRO #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora