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JungKook



Extrañaba las azoteas, la sensación del rifle de francotirador en la mano, la mira presionada contra mi ojo, el momento en que dejaba de respirar antes de dar el tiro y hacer el papel de Dios. El absoluto silencio que seguía.

Ahora solo podía oír la respiración de él mientras me observaba ser golpeado por uno de sus hombres, sin poder defenderme, mi rostro hinchado y ensangrentado. Más sangre corría por mi muslo derecho, una herida de bala que me propinó el maldito cuando forcejeé con uno de sus guardaespaldas. Si no oponía resistencia, él sospecharía pero no contaba con que el maldito me disparará.

Mis manos están fuertemente sujetadas detrás de mi espalda. Mantuve los labios aplastados juntos al mismo tiempo que un fuerte golpe descendía en mi mandíbula. 

La agonía alimentó mi ira, causando estragos en mi sistema nervioso.

—Está bien, suficiente. Lo necesito consciente para el resto—espetó Jeon Ha-Soo y el hijo de puta dejó de golpearme.

La ira se construyó más rápido.

Paciencia. Maldita paciencia.

—¿Te gustan mis últimas ediciones, bastardo?— Jeon Ha-Soo señaló a dos chicas que eran arrastradas hacía él, sólo llevaban un collar y un par de bragas. Sus ojos están mirando al suelo y su piel pálida.

Cerré las manos con fuerza.

Moretones marcaban sus cajas torácicas, manchas amarillas del viejo abuso y la desnutrición brillaba en sus ojos.

Dudaba que estuvieran allí mucho, pero ya estaban en una tumba, a la espera de que sus almas renunciaran para poder ser libres.

—Tu uso de la palabra “bastardo” — dije, la sangre goteando de mi labio inferior—, hace que sea difícil tomarte en serio.

La ceja izquierda de él se alzó más que la otra.

—¿Cómo es eso?

—Porque, francamente, siento que estoy lidiando con alguien que necesita repetirselo a sí mismo todo el tiempo—respondí casualmente—. Deberías cambiar el repertorio.

Jeon Ha-Soo sonrió, fría y maliciosamente, y si no hubiera tratado con cabrones como él durante toda mi vida, me hubiera cagado. Pero no lo hice. Ya no sentía su maldad. La absorbí, esperando hasta que pudiera devolverla, haciéndoles sufrir.

Me gustaba pensar que ellos habían invitado a la muerte a su terreno.

Sus ojos negros y sin alma miraron mi cuerpo herido. Una sonrisa se extendió en sus labios, sin duda tendría hinchada la cara y multitud de hematomas sufridos durante el viaje. 

—Es mejor que agradezcas a las malditas estrellas que aún no quiera matarte, bastardo. Pero no me tientes por qué esta noche podría comenzar de una manera completamente diferente para ti—Se lamió los labios—Una que estoy seguro, no has olvidado.

—Nunca pienses que puedes tocarme de nuevo sin pagar—Mi voz estaba sin aliento—Por qué está vez viene con un precio, pedazo de mierda.

Torció los labios en una sonrisa sombría y luego negó con la cabeza, sus ojos fríos y planos

—Mi plan es matarte esta noche—murmuró—Eres mi trofeo para mostrar a todos los idiotas como tú que no voy a soportar sus narices en mis asuntos.

Avanzando más allá de las dos chicas, le pegó una patada a una de ellas en el muslo. 

Mirando por encima del hombro, ordenó: —Traiganlo.

J E Z A B E L    | JJK LIBRO #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora