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Al no haber pensado con antelación sobre la importancia de al menos alquilar mi propio auto elegante, hago que un taxi me deje a dos manzanas del restaurante que pertenece a Choi y camino el resto del trayecto. Beth nunca sería vista en un taxi.

—¿Mesa para uno? —pregunta el anfitrión después de que haya entrado.

Relájate... Inventa un personaje.

Inclino mi cabeza a un lado y lo miro con una pizca de molestia.

—¿Es un problema? ¿No se me permite disfrutar de una comida yo sola? ¿O, está ligando conmigo? —Le sonrío e inclino mi cabeza al otro lado.

Se está poniendo nervioso—. ¿Le gustaría comer conmigo…? —Miro al nombre bordado en la chaqueta— ¿…Jeffrey? —Me acerco más. Él da un incómodo paso hacia atrás.

—Ummm —murmura—. Lo siento, jovencita.

Doy un paso atrás y le gruño:

—Nunca me llames jovencita—le espeto—. Solo llévame a una mesa. Para uno.

Él asiente rápidamente y hace gestos para que lo siga. Una vez que estoy en mi pequeña mesa redonda con dos sillas situada en el centro del restaurante, tomo asiento y dejo mi bolso a un lado. Se acerca un camarero y el anfitrión se marcha y presenta el menú del vino. Lo rechazo con un movimiento de mis dedos.

—Solo tráigame agua con una rodaja de limón.

—Enseguida, señora—dice, pero lo dejo pasar.

Estoy muy nerviosa, puedo colapsar en cualquier momento.

Mientras camina por la habitación y lejos de mí, empiezo a mirar el lugar. Hay una señal de salida a mi izquierda, lejos del pasillo cercano.

Otra a mi derecha, cerca de las
escaleras que conducen a la segunda planta. El restaurante está muy parecido a como lo estaba la primera vez que vine aquí: oscuro, no muy lleno y bastante silencioso. Y mientras estoy mirando alrededor del lugar, me detengo abruptamente cuando veo la cabina donde me senté con Jung cuando vine aquí con él hace años.

Me pierdo en el recuerdo, imaginando todo con precisión en la forma en que pasó. Cuando miro al otro lado de la habitación a las dos personas que están sentadas ahí, todo lo que puedo ver es a Jung y a mí misma.

—¿Va a pedir algo esta noche? —oigo que dice una voz.

El camarero tiene un menú de comida en su mano. El agua con la rodaja de limón en el borde de la copa ya está esperando delante de mí.

Un poco nerviosa al principio, solo asiento, pero luego niego con la cabeza en su lugar.

«Responde con confianza»

—No estoy segura —respondo finalmente—. Deja el menú aquí. Puede que pida más tarde.

—Muy bien —dice el camarero.

Deja el menú y me deja sola. Levanto la mirada al balcón y las mesas enganchadas a lo largo de la extravagante barandilla. ¿Dónde podría estar Choi? Sé que está arriba porque recuerdo a Jung diciendo que ahí es donde se sienta. ¿Pero dónde? Me pregunto si ya me ha visto y el momento en que ese pensamiento cruza mi mente, mi estómago se contrae en nudos nerviosos.

No, no puedo parecer nerviosa.
Pongo la espalda recta en la silla y tomo un sorbo de agua, curvando mis dedos alrededor del delgado vaso, todos excepto mi dedo meñique lo cual me hace parecer muy rica, o solo más presumida. Durante un largo tiempo observo a los clientes ir y venir, escucho sus conversaciones sinsentido y me encuentro preguntándome cuál, si siquiera alguna, de las parejas aquí esta noche puede terminar en la mansión de Choi este fin de semana obteniendo mucho dinero por dejarlo verlos follar.

J E Z A B E L    | JJK LIBRO #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora