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JungKook

Llegamos a Phoenix justo después del anochecer y somos recibidos en la puerta de la pequeña casa blanca por Amelia, el enlace de Namjoon. Sus ojos grandes color avellanas se abrieron y pude notar como se estremece por mi presencia. El único y mínimo cambio que veo en ella después de aquella noche, es el color de su piel. Ya no es pálido y las heridas, las que se ven,han desaparecido. 

Maggi corre a los brazos abiertos de sus tíos y las sonrisas y las sentidas palabras de alivio y emoción comienzan. Lo ignoro todo por el momento, volviendo mi atención a las cuestiones más imperativas: mi entorno. Y esta niña que no conozco.

Empiezo a registrar la casa en busca de cámaras y armas, pasando mis dedos rápidamente a lo largo de estantes, plantas, adornos y muebles, plantando mi propia parafernalia de vigilancia oculta en el camino.

—El señor Namjoon dijo que podría hacer eso —Amelia habla detrás de mí, aunque estoy bastante seguro de que no vio el pequeño dispositivo que acabo de pegar en la parte inferior del soporte de la televisión. Ella se ríe tímidamente—. Me aseguré de limpiar la casa muy bien antes de que vinieran. ¿Dónde están los guantes blancos de goma? —bromea.

No digo nada. Nunca me doy la vuelta para mirarla, o dejo de hacer lo que estoy haciendo. 

—¿Has tenido algún visitante desconocido aquí desde que tu encargue fue traído para quedarse contigo? —pregunto, inclinándome sobre una mesita al lado de un sillón reclinable e inspeccionando la pantalla de una lámpara. 

—No señor.

Me doy la vuelta para mirarla por completo.

No voy a mentir, verla retorcerse en mi presencia es fascinante.

—¿Y por cuánto tiempo has conocido al chico que trajiste aquí?

—¿Eh?

—¿Cuánto hace que tú y él se ven?

Sus cejas finamente arregladas se amontonan en la parte baja del centro de su frente.

—Señor,no sé de qué habla— .Sus ojos se encuentran con los míos, con un breve destello de desafío antes de querer desaparecer—. Estaré en la cocina si me necesita.

Me río y me vuelvo hacia ella. Justo antes de entrar en la cocina, golpeo las manos contra la pared, apoyándola contra ella y encerrándola. La punta de mi nariz se desliza por su mejilla mientras aspiro su piel dulce e inocente. Veo cómo su sangre se drena de su cara. 

—Amelia, pequeña…—susurro, jugando con la cadena de oro que cuelga de su cuello. Respira de forma audible y su atención vuelve a centrarse en mi rostro. Sus ojos están ahora en mi boca, con las finas cejas fruncidas.

Saco mi cuchillo de la parte baja de mi espalda y sin hacer contacto el filo contra su carne, vuelvo a preguntar.

—¿Cuánto tiempo?

Sabe exactamente lo que estoy preguntando,probablemente espera, que mi actitud no sea tan oscura como lo fue esa noche pero está pisando un territorio muy peligroso. 

—Es … Es… mi hermano— Se muerde el labio inferior con nerviosismo— .No tengo idea como dió con mi paradero.Pero ha estado viniendo aquí una vez al mes por lo menos.

—Bueno, eso constituye un visitante desconocido.

Ella quiere discutir el punto, pero no lo hace.

—Antes de irme voy a necesitar su nombre y cualquier otra cosa que puedas decirme sobre él, incluyendo una descripción exacta.

J E Z A B E L    | JJK LIBRO #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora