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Dahlia y Miller se fueron y no volvieron a la habitación hasta un par de horas más tarde, justo después de la puesta del sol. Me aseguré de ducharme y cambiarme a un par de pantalones cortos y una camiseta y dejar las luces apagadas en la habitación para que pareciera que había estado durmiendo.

Pero que los dos se fueran era exactamente lo que necesitaba. Me había pasado todas las dos horas intentando inventar una excusa para decirles por qué me iba a ir, a dónde iba a ir y por qué ellos no podían venir.

Ellos lo habían resuelto por mí.

Un poco paranoica porque me atrapen, rebusco dentro de mi bolso, tocando casi todo menos la llave de la habitación. Finalmente, me las arreglo para tomarla con mis dedos y me apresuro dentro, deslizando la cadena en su sitio después.

Abriendo mi maleta al final de la cama, saco mi peluca corta negro ébano, cuidadosamente pasando mis
dedos por ella para alisar unos pocos mechones revoltosos, y luego la coloco encima de la cercana pantalla de la lámpara para que mantenga su forma.

Me visto con un corto vestido de Dolce & Gabbana, me pongo maquillaje, oscuro,pesado y perfecto después de pasar un buen tiempo en casa practicando la técnica, y luego me pongo mis tacones de tiras.

Tacones.

Algo más en lo que he gastado mucho tiempo intentando perfeccionar. Mi alter ego, Beth Izével, sabría cómo caminar con ellos y verse bien haciéndolo, muy natural, tenía que ponerme al día con eso.

Luego me mojo el cabello y lo separo en dos partes detrás de mí, retuerzo cada parte y luego las cruzo una por encima de la otra en la parte posterior de mi cabeza. Bastantes horquillas después, mi largo cabello rubio está fijado fuertemente contra mi cuero cabelludo. Deslizo el casquillo de la peluca sobre el cabello y luego la peluca, ajustándolo durante mucho tiempo hasta que me deshago de cualquier imperfección.

«—¿Tienes algo para defenderte?—Preguntó mientras sacaba su arma cargándola frente a mi.

—Gas pi… gas… pimi

— Gas pimienta, bien. La próxima vez un pequeño cuchillo escondido en tus converses, es una mejor opción.»

Miro por unos segundos el cuchillo que descansa sobre la mesada del lavabo.

Finalmente lo tomo y lo ajusto en una envoltura alrededor de mí misma, suelto la tela de mi vestido otra vez ocultandolo.

Dios Jimin, espero que tengas razón.

Me pongo delante del alto espejo, mirando desde todo ángulo posible.

Me siento rara como morocha.

Satisfecha, tomo mi pequeño bolso negro y lo meto bajo mi brazo, la
pequeña pistola escondida dentro haciendo que de alguna forma abulte en el centro. Alcanzo la manilla de la puerta dejando que mi mano vuelva a caer a mi costado.

—¿Qué demonios estoy haciendo?

Lo que se necesita hacer.

¿Por qué demonios lo estoy haciendo?

Porque es lo que debo hacer.  Por mi y por todas las que pasaron por las manos de ese hijo de puta.

                        

―Te daré un precio justo ―le asegura Choi a Jung.

Momentos más tarde, el elevador escala el metal otra vez, casi sin sonido; la parte superior aparece a la vista y entonces los rostros de un hombre canoso, con un oyuelo en el centro de su barbilla y una chica con el cabello largo caoba,aparecen.

J E Z A B E L    | JJK LIBRO #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora