CAPÍTULO 25.

311 22 4
                                    

Pasó como media hora y conseguí tranquilizarme bastante la verdad.
En esos treinta minutos olvidé la horrible situación que había fuera de esa ambulancia.
Lloros, preocupación, sirenas de policía...
Pude salir y lo hice como aquel que lleva un año deprimido en su casa. Podía notar mis ojos hinchados y no tenía expresión alguna pero casi segura estaba de que cualquiera que me viese podría notar el dolor.
Todos mis amigos se acercaron a mi en abalancha y me hizo sonreír de verdad.
-¿Qué ha pasado? ¿Está bien? -Fue lo único que me salió decir. -No quiero que me mintáis, si le ha pasado algo quiero saberlo.
-Está todo bien Eli, de verdad. -Me dijo Chus, y la creí, pero me derrumbé por la situación a la vez que resoplaba y me abrazaba a ella.
Estuvimos un rato más, decidí no poner denuncia ya que no quería más líos y porque no podía pensar en otra cosa que no fuese en mi chico en una ambulancia.
Finalmente salió, tenía puntos por debajo de la rodilla y un pómulo completamente morado. No pude hacer otra cosa que salir corriendo a abrazarle y besarle y lo que me sorprendió fue que no perdió el humor ni si quiera ahí. Se abrazó con todos y la ambulancia se fue al segundo.
Nos quedamos hablando ahí y decidiendo lo que haríamos y todos coincidíamos en ir a un hotel y disfrutar de unos días de tranquilidad en donde fuese.
Fuimos a recoger nuestras maletas y sin despedirnos de nadie, (Valeria no estaba allí como era de esperar), nos dirigimos al coche.

Era de noche, todos mirábamos por los cristales pero nadie decía nada. ¿En shock? No, pero probablemente todos lo estábamos asimilando.
Solo JP, que era quien conducía, sabía hacia donde nos dirigíamos, pero a nadie se nos ocurrió preguntar porque a el sólo se le ocurrían cosas buenas.
Pasaron varias horas, todos dormidos, la poca luz del día que había se hizo notar, ¿cuántas horas llevábamos durmiendo y viajando?
-¿Tenéis bañador? -Fue lo único que JP dijo.
Salimos todos del coche casi en manada. Estábamos en una playa de... La verdad ni me importaba, ¡estábamos en la playa! Teníamos un paisaje precioso, no había nadie en la calle ya que sería muy pronto, lo suficiente como para que hubiese luz pero no como para que hubiese gente despierta.
Después de cerrar las puertas todos corrieron al mar y... No me extrañaría que se les ocurriese meterse en el agua con ropa. Rubén y yo caminábamos, el puso un brazo sobre mis hombros y llegados a cierta distancia del agua (que por cierto, sí, todos estaban jugando en ella sin quitarse si quiera los zapatos), nos sentamos. Apoyé mi cabeza sobre su hombro izquierdo y las palabras sobraban.
Le miré directo a los ojos y sentí algo muy fuerte. En mi tripa sentí realmente que estaba enamorada. Era real, lo sentía, una sensación tan bonita, como si al verle se me encogiese el corazón y yo solo alcancé a decirle:
-Te quiero
-Lo sé -Me hizo mucha gracia porque realmente pensé que me iba a corresponer ya que todo era muy romántico.
-Imbé... -Me calló besándome. Ahí si era lo que yo necesitaba. Todo era perfecto para mi.

No tengo ninguna duda de que le quiero y mataría por demostrárselo cada día. Pero el tiempo es caprichoso y te pone muchos obstáculos en tu camino.
Obstáculos que, o saltas, o te estampas.

El vecino de en frente - Rubius FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora