Capítulo 18.

379 23 0
                                    

Una semana después de casi tirar la puerta de Rubén, estaba en casa. No había salido ningún día desde entonces. Todos los días había estado llorando, el llamaba cada día a mi puerta a pesar de que yo le diga que estoy bien por llamadas, pero no era capaz de abrirle.

Mis nervios fueron constantes cada día. Siempre que tenía que tomar una pastilla, cogía el bote y echaba en mi mano todas las que pudiese, después me las tragaba. Creía que así estaría más tranquila con más pastillas, cosa que siempre terminaba en un terrible dolor de cabeza.

Cogí mi móvil y empecé a mirar mis mensajes, aburrida. Abrí la conversación con aquel extraño número desconocido y vi los mensajes que me mandó hace una semana. Las lágrimas comenzaban a amontonarse de nuevo. Mi pulso era cada vez más rápido y de repente, me faltaba el aire. Intentaba respirar pero no podía, era como si alguien me estuviese tapando la nariz y la boca. Me levanté corriendo y fui a buscar mis pastillas al baño. Necesitaba una ahora mismo, pero lo recordé, no quedaba ni una. Abrí el grifo y puse agua en mis manos, después me la tiré encima, pero no era suficiente.

Comencé a buscar en los cajones buscando algo sin saber el qué con la esperanza de encontrar lo que fuese que me calmase. Sólo se escuchaban los cajones golpeando con su tope y mis manos buscando. Iba a desmayarme en cualquier momento, necesitaba calmarme, necesitaba respirar tranquila.

Encontré mi neceser y lo abrí.

Lápiz de ojos, crema, colonia, sacapuntas... Cogí el sacapuntas.

¿Qué iba a hacer? Lo miré atentamente unos segunos antes de tirarlo al suelo y pisarlo. El plástico se había roto, sólo quedaba la cuchilla con el tornillo aún puesto. Sin pensar lo más mínimo, deslicé la cuchilla por mi brazo izquierdo. Un largo y profundo corte que me recorría el antebrazo. Solté la cuchilla, no sabía qué acababa de hacer. Me eché hacía atrás y me apoyé contra la puerta. Llevé mi mano derecha a mi brazo izquierdo, sangraba mucho y ya estaba todo el suelo manchado. Me senté con la espalda apoyada en la puerta y con la mano aún sobre mi brazo, grité de dolor.

Un grito desde lo más profundo de mí, que segundos después, me hizo desplomarme en el suelo.

El vecino de en frente - Rubius FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora