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I'm I Barbie girl, in the Barbie world.
Life in plastic.
It's fantastic.

Apagué la alarma.

Eran las 6:16am y el flojo idiota de Phineas seguía dormido.

Yo me levanté y fui a bañarme, porque no iba a terminarse él el agua caliente.

Casi me congelo a las seis de la mañana en el baño, qué maravilla.

Nótese el sarcasmo.

Bueno, me vestí dentro del baño, no tenía ni idea si Phineas ya estaba despierto, y enseñarle el pene a mi compañero de habitación no estaba en mis planes.

Al menos no el primer día.

Salí del baño y no, no estaba despierto. Eran ya las 6:30am.
Pero daba igual, yo estaba casi listo.

Me miré al espejo, el uniforme no me quedaba tan horrible. Me atrevería a decir que hasta me veía bien con él.

Eran unos pantalones grises, un saco del mismo color con una camisa blanca y una corbata roja. El saco tenía bordado el escudo del colegio, nada muy interesante.

No me peiné porque yo no me peinaba por voluntad propia, me obligaba mi mamá y ahora que no estaba podía ser más libre en ese aspecto.

—Buenos díaaas —escuché que gritaron afuera.

Era Bill.

Y ni así despertó Phineas, santo Dios.

Tomé mi mochila y fui a abrir la puerta.

—¿Por qué te ves buenísimo con el uniforme? —preguntó Bill y sentí como me ruboricé.

—Deja de usarme como espejo.

—¿Esa es tu manera de devolver un halago?

—Pues... ¿sí?

—Es horrible. Ten —me ofreció un vaso de café—. Dijiste que te gustaba el café de las máquinas expendedoras, así que toma.

Tomé el café, salí de la habitación y cerré la puerta.

—Oye, el "soy gay" en mi starter pack no era para que te lanzaras a enamorarme, eh.

—Rayos, y yo que me había emocionado —sonrió de lado y comenzó a caminar.

Lo seguí.

—¿Y Dylan?

—Dormido, es un flojo.

—Igual que Phineas, cómo lo detesto.

—¿Te trató mal de nuevo?

—No, pero soy rencoroso —me encogí de hombros y le di un trago al café—. Espera, ¿cómo supiste qué café?

—Lo dijiste ayer —abrió la puerta de la residencia y salimos los dos al horrible aire frío.

—¿Y lo recuerdas? —tal vez parecía estúpido preguntando cosas así, pero la curiosidad era más grande.

—Tengo buena memoria —me dio una sonrisita de lado y siguió caminando.

Mucha gente tenía buena memoria... pero que él en específico la tuviera, me fascinaba.

Contrólate, lo conoces desde ayer.

Cállate.

Seguimos caminando hasta llegar al imponente edificio del Colegio Rigdway. El edificio era, si cabe, más enorme que la residencia.

—Vaya —murmuró Bill, mirando la fachada.

—Vaya —asentí yo.

Estábamos maravilladísimos.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora