El domingo desperté tempranísimo, onda, dormí TRES HORAS. Pero ni modo, me moría de ganas por regresar a la escuela.
Bueno no, a la escuela no. Al bonito internado donde tenía gente que me quería.
—Buenos días, má, ¿cómo amaneciste? —saludé cuando bajé al comedor, mamá estaba sentada con una bolsa de hielo en la cabeza.
—Hola, Emeth, tengo resaca terrible y más sueño que ganas de salir a llevarte, pero tienes que irte, ¿no?
—Así es, tengo que irme. Papá, buen día.
—Buen día, hijo.
Sonaba molesto. Pero me dio igual, yo no tuve la culpa de que mi mamá decidiera hacerse gaylover por un momento.
En fin, no le puse más atención y me levanté a preparar el desayuno. Me gustaba cocinar, se sentía cierta satisfacción en consumir cosas que tú hacías.
Cerca de las ocho salimos de la casa. Subí al auto todavía con lágrimas en los ojos por haberme despedido de Tobey.
Creí que papá le pediría a mamá que condujera ella por un rato, pero no lo hizo.
Llegamos casi a las 8:30pm a la escuela, me despedí, prometí que me portaría bien y salí corriendo a dejar mi mochila a mi dormitorio para luego ir con Bill.
Pero, cuando abrí la puerta de mi cuarto, él ya estaba afuera. Se lanzó a abrazarme y de pronto olvidé todas las preocupaciones que sentía en ese momento.
—Tengo que contarte algo —dijimos al mismo tiempo, después de separarnos.
—¿Qué cosa? —preguntamos al mismo tiempo, otra vez.
—Tú primero —parecía que compartíamos la misma neurona.
—No, tú, acabas de llegar y quiero saber —dijo con tono mandón.
Suspiré y rodé los ojos.
—Bien —regresé a sentarme en la cama y él hizo lo mismo—. En algún momento de la boda, mamá bebió MUCHO y de camino a casa dijo... dijo que ya sabía que no iba a casarme con una mujer y que ni modo.
—¿Ah? —frunció el ceño—. No entiendo.
—Es que le regaló unos aretes a mi prima que pensaba regalarle a mi esposa, pero al parecer ya aceptó que no sería "esposa" porque ya los regaló a alguien más, ¿ya?
—Más o menos.
—Por ahora es suficiente con "más o menos". Cuéntame de lo tuyo.
Fue su turno de suspirar.
—Mis papás quieren que me inscriba al club de teatro.
—¿Qué no ibas a ir a las pruebas de fut?
—Iba.
—Pero...
—Cualquier cosa que se te ocurra, ya se las dije a mis papás. Literalmente intenté de todo, pero me obligaron a inscribirme y me comprometieron con la directora.
—¿Y si te vuelves un hijo rebelde?
—No, Emy, no quiero ser un hijo rebelde. Quiero arreglar las cosas con ellos pero cada vez que lo intento lo mandan al carajo.
Asentí, sin responder nada. Yo sabía exactamente como se sentía.
Nos quedamos en silencio hasta que Dylan entró de repente a mi cuarto.
—¡¿Por qué no me avisaste que ya habías llegado, cara de caca?! —se lanzó contra mí y me tumbó sobre la cama para luego abrazarme.
—Oookay... —dijo Bill y sentí como se hizo a un lado.
—Dylan, espera —lo hice a un lado para levantarme y lo abracé de nuevo—. Ya llegué.
—Nooooo, ¿en serioooo? ¿me lo juraaaas? —me dio una mirada asesina y se sentó en el espacio entre Bill y yo—. ¿De qué hablaban?
—De nada importante —respondió William por ambos.
Decidí que no diría nada, tal vez no quería contarle a Dylan todavía.
—¿Mandy dónde está? —pregunté, comenzando a sentir un poquito de incomodidad.
—En su cuarto, seguro —Bill se levantó y Dylan y yo caminamos a la puerta, siguiéndolo.
Luego fuimos hasta la residencia de Amanda. Me dio un abrazo super fuerte y luego uno a William.
Mieeeeerda.
En fin, fuimos a cenar al mismo lugar de hamburguesas de siempre mientras me contaban lo que habían hecho el tiempo que no estuve.
Después de eso quise regresar a mi habitación y ninguno preguntó nada, comprendían que estuviera cansado de el viaje.
Pero no, no estaba cansado.
Sólo que me puso demasiado triste saber que se habían divertido tanto sin mí. Por alguna extraña razón, sentía que habían disfrutado al máximo sin que Emeth estuviera ahí, con su cara de tímido y sus ganas de morirse.
Y, bueno, si lo cuento así, también quisiera deshacerme de ese tal Emeth.
Terminé tirado en la cama, mirando al techo, pensando qué carajos me pasaba.
¿Por qué no podía ser como ellos?
Mi familia tenía dinero, así que en eso no éramos diferentes.
William ya tenía 17, pero a mí me faltaba muy poco para cumplirlos, así que ahí tampoco éramos tan diferentes.
No comía carne, pero todos estaban de acuerdo con eso.
¿Qué me hacía sentir tan diferente?
No encajaba con ellos, pero no sabía porqué.
Siempre me dejaban muy en claro que disfrutaban mi compañía, pero yo sentía que muy en el fondo me odiaban.
No sé, siempre buscaba ver algo raro en ellos, algo que me dijera "Nadie te quiere aquí, Emeth, largo."
A veces me dolía ver de reojo y encontrarlo.
Además, sumado a eso, el estúpido afán de mí cerebro por no aceptar que Bill y Amanda eran algo, a mí no me correspondía estar "enamorado" de mi mejor amigo.
Por milésima vez en mi vida, cerré los ojos con fuerza, intentando apartar todos los pensamientos que daban vuelta en mi cabeza.
No podía llorar, a pesar de querer hacerlo. Las lágrimas no me salían y mi cabeza me decía "te mereces no poder llorar, estarías llorando por puras tonterías."
Estaba tan harto de eso. Tan harto de sentir, tan harto de poder expresarme, de sobrepensar, de querer un abrazo, de querer morirme.
Estaba tan harto de ser un adolescente.
X.
notita.
hay doble actualización:)
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Summery
Teen FictionSummery: iluminado, cálido, soledad. Es una palabra bonita, además creo que define mi personalidad. Soy Emeth, aquí te voy a regalar un pedacito de mi historia, espero te guste, y si no, no te preocupes, a mí tampoco me gustó en su momento. fecha d...