—Amanda, ya te dije que no —se quejó William por millonésima vez.
Como la vida en las historias como estas pasa muy rápido, pasó un mes desde mi cambio de habitación y todo eso.
Durante ese mes Amanda se hizo más amiga de su compañera Marietta, Dylan, Bill y yo nos ganamos un reporte por parte del profesor de Filosofía, mamá me llamó y le dije que me quedaría en el colegio por Navidad, Phineas consiguió un nuevo compañero de habitación, se llamaba Miles, y, el más reciente, Amanda se hizo amiga de unos chicos de tercero y nos invitaron a una fiesta. Durante toooda la semana le insistió a Bill por ir, y él seguía diciendo que no.
—Por favor, será sólo un rato.
—No quiero ir ni un rato con esa gente, Amanda.
—Ni siquiera los conoces.
—¿Y tú sí?
Dylan me dio el jugo del que ambos estábamos bebiendo mientras los veíamos pelear.
—Yo creo que deberíamos ir —comentó cuando yo estaba bebiendo del juguito.
—Pues ve, vayan. Yo no iré.
—Williaaam —chilló Mandy y él rodó los ojos.
—Media hora.
—¡Sí! —ella se le lanzó a los brazos y le llenó la mejilla de besos.
Qué asco.
Al final, fuimos a buscar nuestra ropa.
—Te juro que no sé qué carajos vamos a hacer en esa fiesta —me dijo Bill cuando estábamos en mi habitación. El buscar ropa consistió para él en cambiarse la camisa blanca por una negra.
Y los hombres con ropa negra son una maravilla universal.
—Pues acompañar a Mandy, duh —descarté otra de mis camisas.
—¿Por qué te tardas tanto? Ponte cualquier cosa y ya.
—Oye, yo no soy como tú que puedes vestirte de negro y acomodar tu cabello en forma de librito para verte increíble. Los feos como yo necesitamos tieeempo.
—¿Feos? —me aventó una almohada a la cabeza—. Feo Dylan, ¿pero tú?
—¿Feo Dylan? Dylan no es feo.
—Ah, ¿no es feo? —me miró con una ceja enarcada y yo me encogí de hombros.
—Pues no —murmuré y me di media vuelta para ponerme la camisa.
Era verde menta, de botones, manga corta. Creo que el cambio de aires me sentó mejor de lo que esperaba, porque últimamente me veía taaan bien.
—A este paso, si sigues viéndote así, vas a dejar de ser el único gay del grupo, eh.
Se me calentaron las mejillas, Dios.
—Déjame en paz.
—Te encantan mis piropos.
Me encantas tú.
—Claro, lo que digas. Vámonos.
—Después de usted, caballero —abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarme pasar.
—Idiota —le di una mala mirada y caminé hacia afuera, aunque la sonrisa en mi rostro era imposible de disimular.
—Todavía que soy caballeroso —se quejó y caminó hacia mí. Yo de repente me detuve.
—Espera, ¿cómo se me pudo ocurrir que era buena idea ir a una fiesta llena de chicos de tercer grado? Dios, soy un asco, se van a burlar de mí.
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Summery
Teen FictionSummery: iluminado, cálido, soledad. Es una palabra bonita, además creo que define mi personalidad. Soy Emeth, aquí te voy a regalar un pedacito de mi historia, espero te guste, y si no, no te preocupes, a mí tampoco me gustó en su momento. fecha d...