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—Estoy harto de estas vacaciones de mierda.

—Van cuatro días, Emy.

—Lo sé, te extraño, necesito volver a la escuela.

—Trata de disfrutar estos días en tu casa, bestie, no puede ser tan malo.

—Sí es muy malo,  mis papás son las peores personas que existen en este mundo.

—¿Estás solo, verdad?

—Sí.

—Sal al jardín, tírate en el césped, y hagamos facetime.

—No creo que sea una... —me colgó.

Así que no me quedó de otra que bajar corriendo, coger mi chaqueta de la entrada y salir al jardín para tirarme en el pasto húmedo.

—¡Holaaaaa! —gritó Bill cuando respondí la videollamada. Se escuchaba casi como si no nos hubiéramos visto en cuatro días.

—¡Holaaa! —respondí con emoción fingida.

—Me caes taaan mal.

—¿Quién?

—Tú.

—Te preguntó —me reí mientras veía como me sacaba el dedo detrás de la pantalla.

—Eres un inmaduro. ¿Por qué tus papás son las peores personas del mundo?

—Porque no los entiendo. Y no me dejan entenderlos.

—¿Y si me cuentas?

Le hice un resumen de los extraños cambios de humor de mis padres.

Un segundo parecían amarme más que a nadie en el mundo y al siguiente ya estaban mandándome a la mierda tan solo por respirar.

No entendía, aunque lo intentaba. Y, vamos, yo sabía que no era precisamente lo que mis papás hubieran esperado, por eso estaba haciendo lo imposible porque nos lleváramos bien, pero no funcionaba.

Supongo que es difícil aprender a lidiar con un hijo.

—Lamento muuuucho esto. Mereces unos padres mejores.

—Tal vez —suspiré y miré al cielo. Había luna llena—. ¿Por qué me hiciste salir a tirarme en el jardín?

—Porque yo estoy en mi jardín. ¿El cielo está estrellado?

—Sí.

—A ver.

Roté la cámara para que ambos pudiéramos ver el cielo. Seguro que mi resolución no era la mejor, pero eso no impidió que ambos gritáramos al mismo tiempo:

—¡Una estrella fugaz!

—Pide un deseo —me ánimo.

Que te quedes conmigo siempre. Deseé en silencio y volví a voltear la cámara.

—Alto, ¿por qué tienes los ojos rojos? —pregunté porque ahora podía verlo con mucha más claridad, estaba sentado frente a una lámpara o algo.

—Porque sí.

—¿Estabas llorando?

Soltó una risita socarrona y negó con la cabeza.

—¿Qué clase de droga te metiste? —lo pregunté de broma, obvio. Pero cuando noté que seguía sonriendo, me preocupé—. William, ¿de verdad estás drogado?

—No me digas así.

Me levanté y caminé a la puerta de la casa.

—¿Qué carajos te fumaste?

—Emeeeeeeeth.

—William —presioné.

—Tal vez, sólo taaal vez, Amanda me convenció de fumarme un porro antes de salir de vacaciones y digamos que ahora quise hacerlo porque me apeteció.

—No puedo creerlo —me senté en la entrada—. Estoy decepcionado.

—Es marihuana, Emeth, ni siquiera estoy cometiendo un delito, ya no.

—Eso no impide que me decepciones. Está mal, ¿tienes idea de todos los peligros que trae consigo la droga?

—Emy, por favor.

—Me hablas más tarde.

—Ya son las diez treinta.

—Entonces mañana, bye.

—Em...

Colgué.

Y cerré la puerta.

Y volví enojado a mi cuarto.

¿Por qué carajos se lo tomaba tan a la ligera?

Yo sabía que la marihuana no era la graaaan cosa. ¡¡Pero es que era droga!! No creo que deba hacer un ensayo detallado del porqué está mal.

Dios, me enojé mucho. Y en serio me decepcioné.

No era cualquier cosa pero él lo hacía ver como que sí y agh.

Mi teléfono estaba sonando.

Era obviamente una llamada de William que rechacé.

Llamó y rechacé de nuevo.

Y llamó y rechacé de nuevo.

Y así unas treinta veces.

Ya estaba listo para dormir, porque eran casi las doce y mis papás aún no llegaban y la verdad tenía cero ganas de esperarlos despierto.

Estaba acomodando la manta cuando sonó mi celular. Lo revisé. Era un mensaje de Bill y era nada más un código de Spotify.

Mi curiosidad pudo más que mi enojo así que lo abrí.

Me envió a Demons de Alec Benjamin y la escuché en el momento.

Tampoco se trata de mentir por convivir, así que de una vez les digo que lloré.

¿Por qué carajos tenía qué hacer cosas así?

Yo estaba muy feliz con mi odio y él llega a mostrarme esa canción hermosa. Dios, qué estrés.

Decidí enviarle un mensaje.

Yo: eres un mierda.

Qué amabilidad.

Bill 🪐: Lo sé
Te explicaré cuando te vea en la escuela, ¿si?
Te amo

Sonreí un poquito. Muy poquito. Es más, ni siquiera se le puede llamar sonrisa.

Yo: sí, también te amo, deja de hacer estupideces.

Bill 🪐: Lo haré, buenas noches

Yo: buenas noches, Bill.<3

Bill 🪐: <3

No respondí nada más, me quedé mirando su chat aunque el "En línea" desapareció casi de inmediato.

Regresé a Spotify e hice una playlist llamada "🪐"
No intentes descubrir el significado del emoji, no lo tiene, es sólo que me pareció lindo y ya. 

Agregué Demons a esa lista, también Heather de Conan, Real Thing de Ruel y unas cuantas más. Al final terminó siendo una playlist de dos horas, pero bueh, sólo la iba a escuchar yo.

—¡Emeth, ya llegamos! —escuché un grito desde abajo.

—¡Estoy dormido, mamá! —grité y escuché que se rieron.

—¡Buenas noches!

—¡Buenas noches!

Hice a un lado mi celular y suspiré, quería regresar a la escuela porque necesitaba esa explicación y a mis amigos.

X.

notita
maya, te amo.
Demons, te amo más, gracias por ser esa canción especial que me recuerda a mis niños.<3

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora