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—No sé, tal vez me sentiría peor si me hablara a fuerzas.

—Tal vez. ¿Me das jugo?

Le pasé a Dylan el jugo que estaba tomando. Ahora éramos solo nosotros dos. Mandy no me había dejado de hablar, pero era claro el favoritismo que tenía entre William y yo. Aún así, estar con Dylan era bueno.

—Tenemos examen mañana, ¿verdad?

—Sí. Emeth, no entiendo cómo es que estás llevando esto tan bien, tiene tres días sin hablarte y tú estás más que tranquilo.

—Bueno, tenemos que madurar.

—Ay, Emeth. Me pone triste ver que te pasa por un lado como si nada, como si no te conociera.

—¿Y crees que a mí no me pone triste? Ayer mínimo me volteó a ver, hoy ni eso.

—¿Qué vas a hacer?

—Darle tiempo y espacio. Yo, en su lugar, querría eso.

Mentí.

Claro que yo jamás querría tiempo ni espacio, yo querría explicaciones, respuestas, algo. Pero era obvio que él no quería ni necesitaba nada de eso.

No me sentía nada bien, pero tirarme a llorar no era una opción, al menos ya no en ese momento. Debía aceptar lo que me pasaba y superarlo.

—¿Qué va a pasar si sigue sin hablarte para cuando sea la semifinal? ¿Va a jugar así?

—¿Así cómo?

—Sin que le desees suerte, Emeth. Es como ese ritual mágico y secreto entre ustedes. 

—Tiene a Mandy.

—Mandy no es tú.

No respondí, no quería verme muy creído o algo por el estilo. Pero es que sí, William había dicho que necesitaba que yo le deseara suerte para que ganaran.

—Equis.

—Emeth, pero...

—Ya cállate, Dylan —lo interrumpí y le quité mi jugo.

Puse fin a la conversación ese día, pero siguió los dos días siguientes. Dylan estuvo molestando miércoles y jueves con que tal vez debía preguntarle. Hasta me dijo que si quería que le preguntara él. Después de negarme infinidad de veces, me convenció de ir al entrenamiento que tenía el equipo de fútbol.

Llegamos y nos sentamos en nuestro lugar en las gradas. Poco a poco iba llegando el equipo. Bryce pasó junto a nosotros y me saludó.

—Hola —respondí y le sonreí.

Llegaron casi todos los chicos, excepto Bill.

—¿Dónde se habrá metido? —preguntó un chico moreno al que casi no conocía.

—Seguro sigue cogiendo con su nov...

—Ya llegué —los calló William, entrando al gimnasio.

Miró a las gradas y cuando nos vio a Dylan y a mí, soltó un suspiro casi de frustración.

—Me quiero ir —le dije a Dylan e intenté levantarme, pero me detuvo.

—Te vas a quedar.

Resoplé con molestia y saqué mi celular para fingir hacer algo interesante mientras ignoraba el entrenamiento.

Iba por el nivel 2628 de Candy Crush cuando Dylan me tocó el brazo de forma desesperada.

—¿Qué...? —me señaló hacia el frente y vi a William tirado debajo de otros dos tipos del equipo. Me levanté y corrí gradas abajo.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora