32

7 1 1
                                    

—¡Dejen de besuquearse en mi cama!

—Maldito amargado de mierda.

—¡Auch!

William le aventó un zapato a Dylan.

—Ya nos vamos, Dyl. Nada más nos desviamos un poquito del camino.

—Del camino de Jesús, dirás.

—¿Me repites quién hizo un trio la semana pasada?

—Tu mamá... ¡AUCH! —William le aventó el otro zapato.

—Deja a mi mamá fuera de tus cochinadas, Darkwooth.

—Oh, ahora nos llamamos por nuestros apellidos —dije, pero Bill negó de inmediato.

—No, yo para ti me llamo "mi amor" y ya.

Dylan hizo ruido de arcadas.

—Un asco. Tengo cosas que hacer así que váyanse a coger a otro lado.

—Tienes una obsesión con nuestra vida sexual, Dylan, ojo con eso.

—¡Veteeee!

Bill tuvo que levantarse la cama de Dylan y ayudarme a levantarme a mí para irnos.

—Nos vemos al rato, Dylan —me despedí pero Dylan me sacó el dedo en vez de decirme adiós, qué tristeza.

—Amor, ¿vas por la comida en lo que voy con la directora? Tengo que entregarle el discurso y que me dé la autorización para ya dejarlo así.

—Sí, no te tardes.

—Nop, voy corriendo.

Mientras él salía de la residencia para ir a la dirección, yo fui a la cocina con Maggie.

—¡Em! —últimamente se ponía muy feliz cuando me veía—. ¿Lo de siempre?

—Hoy no, Maggs. En realidad te quería pedir algo más... mmm....

—¿Romántico? —me vio con una ceja alzada.

—Eh... no, sino mas bien algo tranquilo. Quiero que comamos rápido para salir a caminar.

—¿Qué van a hacer? Les queda solo una semana aquí, niños —me dijo mientras buscaba ingredientes para hacer sándwiches.

—Pff, no lo sé. Quisiera comerme el mundo entero ahora mismo.

—Yo sé, así es ser un adolescente.

—Más allá de eso, Maggie, ¿sabes? Siento que el tiempo se me fue de forma violenta de las manos. Tuvimos tres años y los dejamos ir y ahora tenemos que armarnos una historia de amor en dos semanas.

—¿Sabes cuántos enamorados darían todo por tener esas dos semanas?

—Probablemente muchísimos, pero nosotros no somos ellos.

—Yo sé que no, Emeth. Pero eran estas dos semanas o nada, ¿qué hubieras preferido?

—Hubiera preferido gustarle desde el primer día como él a mí.

—Pero eso no pasó, así que disfruta el tiempo que tienes, hijo.

—Ay, Maggs —suspiré—, estoy confundido otra vez.

—Tú vive, Emeth, sin preocupaciones. Tienes diecinueve años, no hay porqué presionarse —me ofreció un sándwich y lo tomé.

—Qué fácil decir eso cuando ya eres un adulto, no sientes que el mundo pasa sobre ti todos los días —le di una mordida de mala gana al sándwich.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora