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—¡Hallie! —grité al teléfono. La extrañaba muchísimo y al fin podía hablar con ella.

—Hola, Eme, ¿cómo ha ido todo?

—Estoy mejorando aún, ¿y tú? Supongo que hay mucho que contar.

Soltó una risita nerviosa.

—Sí, muchísimo que contar. ¿Dónde estás?

—En mi habitación esperando a que den las nueve para salir a cenar con mis amigos.

—Bueno... Eh, quería contártelo hace mucho, pero... pasó lo que pasó y no pude, así que...

—Hall, al grano.

—Estoy embarazada.

—¡¿Qué?! ¿Desde cuándo?

—Desde hace siete meses y medio.

—¿O sea que ya casi soy tío y yo no sabía?

—¿Sorpresa? —me quedé callado—. Intenté decírtelo y no me contestabas, luego llamé a tu mamá y ella me explicó, así que decidí darte un tiempo.

—Sí, bien, entiendo.

—Em...

—Hall, de verdad lo entiendo. Y... ¿Ya sabes qué será?

—Serán —me corrigió—. Son dos. Y no, aún no sabemos, queremos que sea sorpresa.

—Ah, no inventeees. ¡Estoy muy feliz, Hall! ¿Se supone que nacen...?

—A mediados de febrero. James y yo ya tenemos todo listo.

—Me alegro mucho por ustedes, espero poder visitarlos pronto.

—Esperemos que así sea, mientas tanto cuídate y diviértete mucho, ¿si?

—Sí. Ya suenas como toda una mamá.

Soltó una risita que yo correspondí.

—Bye, Eme, te amo.

—Te amo más, adiós —colgué y me quedé sonriendo un buen rato. Siempre había querido ser tío.

Dieron las 8:50pm y me peiné para poder salir. Mi vida iba recobrando el ritmo de a poco.

Bill llegó por mí y me saludó con un abrazo. Desde que regresamos y hablamos estábamos mejor que nunca, se portaba muy cariñoso y yo no podía parar de enamorarme.
Las páginas de mi diario seguían llenándose con su nombre y las mil y una cosas que me moría por decirle.

Su relación con Mandy seguía igual, pero ya no me importaba tanto, entre ella y yo todo estaba bien, igual con Dylan. Todos estábamos bien.

Fuimos a cenar y regresamos mientras hablábamos de nuestros planes para Navidad, faltaban dos días y los cuatro planeábamos volver a casa... pero esos planes se fueron un poquito a la mierda.

—Okay, les llamaré, esperen —Dylan sacó su teléfono y llamó a sus papás—. Mamiii, hola.

—Pon el altavoz —dijo Bill y Dylan obedeció.

—Hola, amor, ¿listo para las fiestas?

—Sí... eh... hablando sobre eso, ¿puedo llevar a mis amigos?

—Amm...

—Emeth, William y Amanda, mis amigos. La Navidad pasada dijiste que los invitabas.

—¿Sus padres están de acuerdo?

—Mmm, sí, tal vez.

—¿Tal vez o sí, mi vida?

—Te llamo de nuevo en quince minutos, mami, adiós —colgó y nos miró. Todos sacamos nuestros celulares.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora