9

22 5 36
                                    

Dylan llegó el 30 de Diciembre, nos dijo que había pasado una Navidad increíble pero nos extrañaba y quería pasar Año Nuevo con nosotros.

Yo lo agradecí en silencio, no podía estar otro día con Bill nosotros solos.

Pasaron apenas tres días desde Navidad y yo ya sentía que no podía respirar el mismo oxígeno que William Thompson.

La pregunta era: "¿por qué?"

Y la respuesta era... porque me enamoré.

Suena estúpido, sí, ya sé, no hace falta que me lo digan, gracias. Pero de verdad fue imposible no hacerlo.

También dirán: "Pero, Emeth, fueron tres días." Y sí, también lo sé, pero resulta que en tres días uno descubre que el amor de su vida tiene ojos color miel y mide 1.75, aunque eso lo supe desde el primer día.

Prácticamente, lo que hizo que me sintiera completamente seguro de estar enamorado de Bill fue el que me dejara conocerlo.

Y no hablo de saber su color o comida favorita, no, hablo de conocerlo en serio.

Me contó punto por punto cómo había dejado de llevarse bien con sus papás, porque sí, hubo un momento donde era el hijo menor, perfecto y mimado de una familia rica.

Me habló de sus hermanos, de su mejor amigo de la primaria, de su primera novia, de su segunda novia, de su tercera novia, de su cuarta, quinta, sexta, séptima, octava y novena novia.

Auch.

Me dijo cómo se había dado cuenta de que le apasionaba el fútbol, a pesar de no haber convivido directamente con el deporte.

Me habló sobre un millón de cosas, y ver la emoción que inundaba sus ojos me hacía latir el corazón tan rápido que me quedaba sin aire.

Yo también le conté un millón de cosas sobre mí, pero él no se enamoró y era completamente entendible, porque seguro Amanda sería su décima novia en muy poco tiempo y yo no podía interponerme a eso.

Por eso agradecí cuando llegó Dylan.

Ya sé que le prometí a Bill que no lo iba a cambiar, y en serio no iba a hacerlo. Pero estar con Dylan representaba cierta paz para mí, él no me atraía de ningún modo... bueno, tal vez un poco sexualmente pero nada más. ¿Quién mandaba a gente tan sexy a estar cerca de mi cuando mi sexualidad apenas despertaba, ah?
En fin, él no me atraía y me hacía más fácil el estar con Bill.

En Noche Vieja los tres nos juntamos a cenar y agradecimos por habernos conocido, habíamos tenido un año de mierda, pero al menos conseguimos gente increíble para nuestras vidas.

Dieron las 00:00 y nos abrazamos. Yo abracé a Bill mucho más de la cuenta, primero, porque lo necesitaba, segundo, porque era su cumpleaños.

—Feliz cumpleaños, mejor amigo —dije, aún abrazándolo.

—Es el primero que será feliz gracias a ti —respondió y me estrujó suavemente.

Nos separamos y le di un golpecito amistoso en el hombro.

—El chico de diecisiete años.

—Mi chico de dieciséis  —me dijo y la palabra "mi" me sonó más alto que las demás.

Dylan se acercó también a abrazarlo mientras yo bebía de mi tecito. Hacía mucho frío y yo no quería morir congelado, gracias.

—Gracias, chicos, son los mejores.

Acordamos que sus regalos se los daríamos por la tarde, cuando llegara Amanda.

Supongamos que esa frase no lleva recelo incluido.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora