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Bill había quedado en teatro, por supuesto, Dylan tenía que conseguir un recetario y yo tenía que aprender como funcionaban los circuitos de los robots.

-Emeth, nooo, ese cable no se corta -me dijo Amanda, quitándome las pinzas.

-Te digo que soy un asco en esto -repetí por billonésima vez.

Llevábamos seis clases en seis semanas y en ninguna pude hacer una sola cosa bien. Cometía cagada tras cagada y una vez hasta los chicos que daban el curso me dijeron que si estaba completamente seguro de que debía estar inscrito ahí.

-No eres un asco, Em, sólo que no es tu fuerte -me dijo y me dio una sonrisa-. Ahora, cambiando radicalmente de tema... Marietta quiere salir contigo y creo que lo ha dejado muy en claro, pero no ve interés por tu parte y me presiona para preguntar, así que aquí estoy, preguntando.

-Amanda, soy gay -dije al fin, sin rodeos.

Durante el mes y medio en que compartimos clase, pensé en mil maneras de decirle, pero nunca encontraba el momento. Además, sumado a la tragedia, Phineas y su compañero de habitación, Miles, también estaban en Robótica, no quería decir nada y que ellos anduvieran cerca.

-¿Eres gay? -repitió ella, sorprendida.

-Mandy, como dice mi íntimo amigo Juan Gabriel: Lo que se ve no se pregunta.

-Bueno, es que no preguntaría si se viera -puso una mueca rara-. Quiero decir, no es que a la gente se le note que es gay, pero...

-Tranquila, entiendo a lo que te refieres. Y volviendo al tema de Mari, dile que lo siento mucho, ella es una chica hermosa en todos los aspectos y juro que si fuera hetero seguramente estaría terriblemente enamorado de ella, y...

-Emeth, deja de explicarte, no importa, ella entenderá... Alto, ¿quieres que le diga?

-No lo sé... -no quería-. Como tú quieras.

-No le diré -puso su mano sobre la mía y me sonrió-. Eres un chico increíble, Em.

-Tú también eres una chica increíble, Mandy, me alegra que estés saliendo con Bill.

-Oh... -su agarre en mi mano se soltó un poco-. No estamos saliendo...

-¿No?

Ya sabes que no, rata de alcantarilla, deja de preguntar.

-No... ya sabes, es complicado y eso.

Justo volvieron los chicos que daban la clase y nos dijeron que habíamos terminado, que fuéramos la próxima semana.

-¿Quieres ir a comer algo? -ofrecí y ella aceptó.

Fuimos a un mini restaurante que quedaba cerca de la escuela, ella pidió una ensalada y yo espagueti y papas.

-Me encanta que seas vegetariano, creo que nunca te lo había dicho.

-Pues no, nunca, pero gracias, fue difícil al principio, en especial viviendo con mis papás.

-Sí, te entiendo -suspiró-. Precisamente por eso es que yo no me atrevo. Siento que molestaré a todos más de lo permitido.

-De eso se trata -me miró, ladeando ligeramente la cabeza-. Tienes que obligar a todos a salir de su zona de confort, sino nunca haremos un bien la humanidad o en el planeta.

-Wow -se interrumpió porque llegaron a traernos nuestros platos-. Gracias -dijo al mesero-. Nunca lo había pensado así, ¿sabes? Siempre creí que ya mis papás tenían suficiente con mis cosas como para sumarles el hecho de que ya no quería comer carne.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora