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—Les juro que si se quedan en la habitación toda la puta noche viendo Tik Tok, les voy a mandar una bomba por correo.

—Sí, Dylan, está bien —Bill le mostró su pulgar arriba y le dio un abrazo.

—Emeth, de verdad si me entero que no salieron a ningún lado, los voy a patear.

—Lo que digas —le hice un saludo militar y lo abracé con fuerza—. Feliz Navidad.

Nos sonrió y fue corriendo con sus papás.

Creo que no es difícil darse cuenta de que Navidad ya había llegado.

—Idiotas, tengan —Dylan volvió con una caja de regalo para cada uno, nosotros le habíamos dado sus regalos desde antes de que saliera de la residencia—. Ábranlos hasta mañana.

—Tú también abre los nuestros hasta mañana.

—Sí. Sabré si no los abren hasta mañana, eh —nos advirtió, señalandonos con su dedo.

—¿Tienen una cámara? Estoy seguro de que tienen una cámara —dijo Bill y Dylan le golpeó el hombro.

—Ya me voy, feliz Navidad, los quiero.

—Te queremos más —me despedí

Lo observamos irse con sus papás y nos quedamos ahí parados hasta que el auto se perdió de vista.

—¿Vamos a ver Tik Tok? —preguntó Bill.

—Sí, vamos a ver Tik Tok.

Caminamos a mi habitación y nos tumbamos en la cama, mi for you page era mucho más entretenida que la suya, así que los veíamos en mi celular.

Y, perdón Dylan, pero estuvimos toda la tarde viendo Tik Tok sin parar. Literalmente.

—Tenemos seis horas y media aquí —dije, como si no fuera evidente.

—Ya sé —se estiró y se rio, suavecito, de esas risas que ponen feliz a quien esté alrededor.

—¿Vamos a comer?

—Síp —se levantó y yo hice lo mismo, salimos después de poner a cargar mi celular.

Fuimos a la cafetería y Maggie, la señorita que la atendía, nos dijo que más tarde podíamos ir a cenar ahí. Le dimos las gracias y volvimos al dormitorio.

—Emy, ¿y si bajamos? No quiero que Dylan nos mate cuando vea por la cámara escondida de sus regalos.

—¿Y vamos a comer afuera?

—¿No? —hizo un pucherito y no sé si haya sido la magia de la Navidad, pero se me hizo muy tierno.

—No, hay que comer en la habitación y luego bajamos un rato —no dejé que dijera nada más, porque había que demostrar quién mandaba en la relación no existente que teníamos.

Me siguió a mi habitación otra vez y salimos al balcón a comer, por fin encontramos utilidad a la mesa y las sillitas.

—Me encanta la comida de la cafetería, si pudiera casarme con alguna comida sería con este pastel de zanahoria que hizo Maggie, te lo juro —mencionó Bill mientras se llenaba la boca de pastel de zanahoria.

Para mí, la verdad no estaba tan bueno.

Además estaba nervioso porque mi celular estaba adentro de la habitación y no sabía si mis papás me habían enviado algún mensaje o algo.

Bill terminó de comer y ambos llevamos las bandejas de nuevo a la cafetería. Por fin decidimos salir y woaaa, el aire fresco que se sentía en Navidad era muy relajante.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora