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-Mierda.

Tenía a Bill llorando como un bebé en mi hombro. Resultó que al final sí le dieron nervios por saber qué dirían sus papás.

-Ya, ya -le di unas palmaditas en la espalda-. Todo va a salir increíble.

-Me van a odiar.

-No te van a...

-Se van a decepcionar de mí.

-Bill, no...

-¡Me van a desheredar!

Creo que esa frase fue la que lo hizo lanzar el sollozo más fuerte. Y yo me reí un poco.

-No te van a desheredar, ¿okay? Cálmate. Quedan como cinco horas y estás casi listo, no va a pasar nada.

-Odio esto, yo quería jugar fútbol.

-¿Y por qué no lo hiciste?

Se separó de mí y me vio feo, tan feo que sentí que me mataba con los ojos.

-Tal vez no lo hice porque mis padres son unos zoquetes, estúpido -me golpeó en la frente y luego volvió a abrazarme.

-Bien, entiendo -no, no lo hacía-. Pero ya basta, Bill. Debes dejar de hacer cosas que no te gustan.

-Claro, como es así de fácil.

-Sí -me separé y lo miré-. Sí es así de fácil. Deja de hacer lo que la gente quiere que hagas. Haz lo que tú quieras, porque, en unos años, cuando seas estrella de Broadway desearás haber compartido estadio con Messi o Ronaldo, y no quiero eso, no quiero que lo desees, quiero que lo cumplas.

Se me quedó mirando, con los ojos rojos, hinchados de llorar. Y volvió a abrazarme.

-Ay, Emy, pero es que no sabes lo que dices, pedazo de estúpido.

Bien, no era la respuesta que esperaba. Yo esperaba algo así como "Gracias, Emy, tienes toda la razón del mundo, te amo, bésame." O algo como eso. Pero bueh.

-Te juro que va a salir bien, Bill. No puede resultar tan desastroso, ¿si? Hoy terminarás la obra, saldrás del auditorio y te pararás enfrente de tus papás a decir "Quiero jugar fútbol y voy a jugar fútbol." Si no lo haces voy a pasarte con un tractor por encima, fácil.

-Facilísimo, Emeterio, facilísimo.

-¿Cómo carajos me dijiste?

-El autocorrector de mi celular puso Emeterio la primera vez que quise escribir Emeth, pero nunca se había dado la oportunidad de decirte así. Ya la tuve.

-Bieeen -fruncí el ceño-. Pero ya vete.

-Emy -se quejó, haciendo un puchero.

Y, Dios, qué bonito puchero. Debería ser un delito que las personas extremadamente guapas hagan pucheros.

-Ya, Bill, para -pedí, muy en contra de mi voluntad-. Tienes que ir a arreglarte y yo también.

-Em...

-Basta, en serio -tomé la camisa que estaba colgada en mi clóset y caminé al baño-. Voy a cambiarme, si tú quieres quedarte aquí para que no te encuentren en tu habitación y no hacer lo que ya te toca, está bien, pero voy a estar muy decepcionado de ti. Lo juro.

No lo dejé responder y me encerré en el baño. De verdad esperaba que cuando saliera él ya hubiera ido a cambiarse.

El itinerario del día estaba completamente ordenado. Llegarían nuestros papás, se sentarían a comer con los de Cocina, luego irían a ver Costura, Botánica, el partido de Fútbol, Carpintería, Diseño, Danza, las personas que quisieran iban a ir a ver Jardinería, Belleza, Robótica -miedo-, Matemáticas, Manualidades, Cerámica y, por último, un recital de Música y la obra de Teatro en el auditorio.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora