Epílogo

5 0 0
                                    

—¡Bill, ya baja!

—¡Voy, amor!

Por primera vez en toda mi vida, no se me hizo tarde. Pero a mi querido esposo sí.

Aún llegábamos con anticipación, pero no con la que yo quería.

—Billy —volví a llamar, pero escuché pasos bajando las escaleras.

—Ya estoy aquí, ya estoy aquí. Vámonos.

Salimos para subir al auto, los dos estábamos temblando como gelatinas de lo nerviosos que nos sentíamos.

Llegamos al lugar y pasamos directamente a recepción, donde Ruth nos estaba esperando.

—Hola, muchachos, ¿cómo están? ¿Ya listos?

—Más nerviosos que otra cosa, Ruth, pero ya listos —respondió Bill.

Yo sentía que si abría la boca, me iba a poner a llorar.

—Está todo bien, Erick está jugando atrás con los niños.

Esto debe ser confuso... o no tanto.

Erick era un pequeñito de seis años al que sus padres habían llevado a un hogar de infantes desde que tenía ocho meses de edad. Bill y yo lo conocimos cuando tenía 4. Durante dos años hicimos hasta lo imposible por conseguir los papeles de adopción, pasamos muchas pruebas, exámenes, lloramos, nos enojamos, peleamos, hicimos de todo por lograrlo. Y por fin había llegado el día.

Recuerdo claramente cómo conocimos a Erick. Llegamos al hogar y solicitamos informes para hacer una adopción, de pronto, algo me golpeó en la cabeza. Bill volteó dispuesto a encontrar al travieso, pero, en su lugar, vimos a un pequeño muy asustado por haberme golpeado.

En ese momento supimos que nuestro corazón le pertenecería por siempre a nuestro esposo y a Erick, siempre.

—¡Papá! —Erick corrió hacia Bill cuando nos vio.

Bill logró que se encariñara con él más rápido, por eso el niño tenía más relación él.

—Hola, chiquitín. ¿Ya listo?

—Sí, quiero una hamburguesa.

—Vamos por hamburguesas, venga.

Ruth se aclaró la garganta y la miramos.

—Tienen que firmar todos los papeles, ya es lo único que falta.

—Pff —Bill bajó a Erick—. No tardamos, ve despidiéndote de tus amigos, promete que vas a visitarlos pronto.

—Va.

Erick se fue corriendo con los niños y nosotros regresamos a la recepción para firmar.

—Muchachos, por favor cuiden a Erick, yo sé que ustedes son buenas personas y serán los mejores padres del mundo, pero aún así, cada uno de estos niños son mis niños, ¿si? quiero que estén bien.

—Lo va a estar, Ruth —prometí, tomando su mano, William estaba firmando.

—¿Puedo despedirme de él? —la voz de Ruth se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Claro, pero prometemos traerlo seguido, lo más que podamos.

—Se los agradezco infinitamente.

Esperamos a que ella fuera por él, tardaron unos minutos que se me antojaron eternos.

Regresó con Erick tomado de la mano, Bill lo ayudó a sostener su maletita y yo terminé de firmar el último documento.

Salimos del hogar y fuimos a comprar las hamburguesas que Erick quería, Billy insistió con él para comer en el restaurante, pero yo quería comer por primera vez con Erick como nuestro hijo sentados al comedor en nuestra casa. Al final Bill entendió y entonces fuimos a la casa.

SummeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora