Capítulo 30

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Esta es mi situación actual... No sé en qué lío me metí cuando decidí tener un bebé, muchas cosas surgieron a nivel físico y sentimental en nueve meses y ahora me encuentro en una habitación de hospital retorciéndome y llorando del dolor a causa de las contracciones.
Tengo miedo, mucho miedo de lo que pueda suceder en el parto.

- ¡¿Dónde mierda está Vedder?!- dije casi gritando del dolor.

- Estoy tratando de comunicarme con él, pero no contesta al teléfono... Voy a intentar con el manager- dijo Alex e un lado a otro con el teléfono en la mano.

- ¡Está en concierto...! Pearl Jam está en concierto en este preciso momento aquí en Los Ángeles- mi madre entró alterada a la habitación.

- ¿¡Que!?- volví a gritar.

- No te preocupes, conseguiré que venga a como de lugar- dijo Alex antes de salir de la habitación.

- ¿¡Dónde está la doctora!?- grité mientras trataba de mantenerme en pie.

- Necesitas calmarte, créeme esto podría tardar horas- dijo mi madre sosteniéndome.

- Tienes que estar jodiendome- susurré apoyándome en mi madre.

La puerta se abrió dejando ver a la sonriente doctora, ¿Por qué mierda sonreía de esa forma?.

- ¿Cómo te sientes?- preguntó ella acercándose a mí.

- Fatal, ¿Puedo dar a luz ya?- pregunté jadeante.

- No es tan sencillo, que hayas roto aguas no significa que inmediatamente estés lista para el parto- respondió la doctora con tranquilidad. - Acuéstate y abre las piernas, vamos a ver cuántos centímetros de dilatación tienes.

Hice lo que me dijo y la doc procedió a hacer con sus manos una de las cosas más incómodas que he sentido en mi vida, traté con mucho esfuerzo de no pegarle una patada en la cara y me calmé hasta que por fin terminó de explorar mis interiores.

- Se puede decir que en una hora o dos podrías estar dando a luz- dijo la doctora con seguridad mientras se quitaba los guantes.

- Joder... Parece una eternidad...

- Considerate afortunada, hay mujeres que han tardado hasta días en concebir- dijo seriamente y salió de la habitación.

- Te lo dije- dijo mi madre ayudando a levantarme de la cama. - Lo único que puedes hacer es ser paciente y esperar.

-La paciencia y yo no somos buenas amigas- respondí.

- Puedes intentar pensar en aquello que te hace feliz y respirar para calmar el dolor- dijo mi madre como una auténtica hippie.

- ¡No puedo dejar de pensar en él!, ¡Lo necesito aquí!- solté de repente.

- ¡¿Quién?!- preguntó mi mamá confundida.

- ¡¿Quién es el hombre que me ha vuelto loca por casi diez putos años?!- exclamé cabreada.

Mi madre me miró aterrorizada y como era de esperarse no dijo nada al respecto, o eso creí.

- No hay nada de malo en amar a alguien, ¿Por qué sigues tratando de destruir todo el amor que sientes por él?

- Es que yo... Yo no quiero amarlo, pero de alguna manera no puedo dejar de pensar en él- dije desesperada. - ¡Olvídalo!, El dolor me está haciendo decir pendejadas.

- ¡No seas estúpida y deja de engañarte!- exclamó la mujer.
- La vida es tan corta como para vivir con remordimientos, amar es un privilegio que no tienen muchos... ¡Se valiente y aprovéchalo!

Del amor y otras desgraciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora