Capítulo 24

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-¿Estás segura de esto?- preguntó Alex junto a la puerta.

-Alex, lo último que necesito ahora es que me hagas dudar- respondí ya con el estrés en la cabeza.

-Vale... No entres en pánico- dijo Alex apaciguada.

Suspiré y abrí la puerta con inseguridad.

- Estás deslumbrante y todo va a salir bien- dijo Alex animada.

Sonreí y abracé a Alex antes de salir de la casa.

- Si sientes que vas a vomitar o algo así, no dudes en llamarme - me advirtió.

- Estaré bien, tranquila.

Escuchamos la bocina de un carro y mis nervios subieron a tope, Alex me empujó fuera de la casa y lo único que pude hacer fue tratar de convencerme de que iba a tener una cita con alguien después de tanto tiempo.

- ¡Diviértete!- dijo antes de cerrarme la puerta en la cara

Cuántos años creía que tenía, ¿Quince?.

Caminé hasta la camioneta y la ventanilla se bajó dejándome ver a Marshall de conductor.

- Vaya sorpresa que estés de conductor- dije antes de subir en el carro.

- No iba a traer a alguien más a nuestra cita, ¿No te parecería un poco extraño?- dijo divertido.

- En ese punto te doy la razón- respondí mientras me ponía el cinturón.

- A propósito... Cada vez que tengo la oportunidad de verte te ves aún más hermosa- dijo sin mirarme.

Sonreí levemente y éste hizo lo mismo mientras ponía el coche en marcha.
Después de unos minutos llegamos a lo que parecía ser un restaurante bastante reconocido en Los Angeles y por eso solía ser muy concurrido; a este hombre le gustaba la adrenalina pura.

Marshall abrió la puerta del lugar como un buen caballero para que yo entrara primero y al adentrarme me sorprendió ver qué el local estaba vacío, luego un camarero se acercó hacia nosotros rápidamente.

- Señor Mathers, acompañeme por favor- dijo el hombre con amabilidad.

Marshall tomó mi mano y seguimos al camarero hacia una zona bastante solitaria del restaurante.

- Vaya...- susurré.

Era una especie de azotea acogedora con unas vistas hermosas de la ciudad y una decoración bastante romántica, en el medio se encontraba una mesa de dos puestos con una decoración muy elegante; traté de actuar con normalidad para no darle a entender que estaba muy impresionada.
Nos sentamos y el camarero nos dejó a solas para mirar la carta.

- Que extraño es que uno de los restaurantes más concurridos de la ciudad esté vacío, ¿No crees?- dije haciéndome la tonta mientras miraba la carta.

- Suceden cosas raras en estos tiempos- respondió haciéndose el tonto también.

Sonreí y me aguanté las ganas de preguntarle cuánto le había costado hacer todo esto y decirle que con una ida al cine yo hubiera estado más que complacida, pero no me quejo; es más, esto me encanta.

Después de comer y charlar un poco acerca de situaciones extrañas que nos habían ocurrido, el ambiente se puso más acogedor y el exceso de confianza se notaba en el aire; hablábamos como dos amigos que se conocían desde hace mucho y no se habían visto durante un tiempo, tenía que darle crédito a qué él era muy divertido.

- Entonces dime... ¿hace cuanto que te dedicas a ser exitosa?- preguntó Marshall tratando de ponerle seriedad al tema.

-¿Que?...- solté una carcajada- Me falta demasiado para ser exitosa.

Del amor y otras desgraciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora