LSELL | Charlotte Swan es una adolescente conocida por su corazón bondadoso y su actitud alegre.
Jamás ha creído realmente en el amor de pareja, sin embargo, su vida se pone patas arriba cuando conoce al nuevo miembro de la manada Quileute.
Seth Cl...
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El viento soplaba con fuerza y los árboles se movían en sintonía con él, al igual que el mar de La Push. Charlotte se encontraba con su novio y el resto de la manada Quileute —a excepción de Jacob— en el acantilado frente a la playa. Hoy sería la bienvenida oficial de Brady Fuller y Collin Littlesea, los nuevos y más jóvenes de la manada, quienes gracias a Victoria, no habían tenido el recibimiento que merecían.
—No tenemos todo el día, nenitas. —habló Paul, recibiendo un empujón por parte de Sam.
—¿Quién va primero? —les preguntó el alfa.
Al ver que ninguno respondía, Lottie alzó la mano, recibiendo una negación por parte de todos.
—Pero quiero hacerlo. —se quejó y se sentó en una roca.
Los dos novatos la miraron de pies a cabeza, ninguno de ellos la conocía aún pero, al notar que Seth se acercaba a ella y la abrazaba con posesividad se dieron cuenta de quién era, por lo que apartaron la mirada de inmediato.
—La tradición es que los novatos lo hagan primero. —le explicó Embry. —Después cualquiera de nosotros puede hacerlo.
—¿Recuerdan el día que Seth y Leah saltaron? —preguntó Jared, recibiendo algunas risas como respuesta. —El cachorro ni siquiera lo dudó.
—¿Y tú? —preguntó la rubia a su cuñada. —Tampoco lo dudé. —respondió mirando a Paul con burla antes de señalarlo. —Empujé a ese idiota conmigo.
—Sí, sí, que divertido. —el mencionado interrumpió las risas de los demás y se cruzó de brazos. —Ahora ustedes dos, ¿van a saltar solos o tendré que arrojarlos?
—Yo iré primero. —respondió Collin. —Claro que no, yo voy primero. —negó Brady.
Y fue así como, entre empujones y discusiones sobre quien sería el primero, ambos muchachos se arrojaron hacia el mar.
—¡Me toca! —chilló Lottie levantándose de su lugar. —Vamos Seth, ¡porfis!
El muchacho sonrió con ternura al verla tan emocionada, por lo que no lo pensó dos veces antes de tomarla de la mano y acercase al borde del acantilado. —¿Estas segura de esto? —le preguntó por primera y última vez.
—Sí. —respondió ella, con un titubeo que no pasó desapercibido por nadie.
La miró de reojo al notar su nerviosismo, pues sentía el cosquilleo en la palma de sus manos.
—Súbete a mí espalda. —le ordenó antes de agacharse un poco y tomarla de las piernas. —Sujetate con fuerza.
Dio unos pasos hacia atrás y después de contar hasta tres corrió hacia el borde, lanzándose así hacia el mar. Charlotte se aferró con fuerza a él y soltó un eufórico grito al sentir la caída.
