036

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036. C’est adorable.

 C’est adorable

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Los invitados se pusieron de pie y voltearon hacia la entrada en cuanto se anunció que la novia estaba a punto de salir.
Charlotte cruzó los dedos e imploró a todos los dioses que Isabella no se cayera a mitad del camino.

Miró a su padre caminando junto a su hermana, la cual llevaba su hermoso vestido blanco y el ramo de flores en sus temblorosas manos.
Por su mente cruzó la idea —y la pregunta— de ¿Cómo sería el día de su boda?

Deseaba tener un hermoso vestido estilo princesa, con un ramo lleno de margaritas. Que su padre la entregará frente al altar y que el amor de su vida llorara de felicidad al verla.

Instintivamente volteó a ver a Seth —quién ya la estaba mirando desde antes— y se preguntó si acaso él quería lo mismo.

Dejó de divagar en cuanto su madre sollozó.
Dirigió la vista al frente y sonrió al ver a su padre acercándose.

—Lo hiciste bien. —le susurró y tomó su mano entrelazando sus dedos.

Tomaron asiento de nuevo y el señor Webber comenzó la ceremonia.

—Señoras y señores, estamos reunidos aquí en este glorioso día para presenciar la unión de Edward Cullen e Isabella Swan. —los novios sonrieron al escucharlo. —Repitan después de mí.

Las palabras comenzaron a salir de sus labios y todos parecían estar atentos a la ceremonia... A excepción de dos adolescentes que se lanzaban miradas indiscretas cada cierto rato.

¿Alguien podía realmente culparlos?

Eran niños, sí, pero estaban tan profunda y sinceramente enamorados que con el simple hecho de pensar en un futuro juntos se sentían completamente felices.

La gente se puso de pie aplaudiendo mientras los novios se besaban, obligado a los niños a apartar la mirada del otro.

Reneé abrazó a Phil y Charlie a Charlotte.
—Espero que no te cases hasta los cincuenta. —le susurró y besó su frente con ternura.

Si tan solo supiera cuales eran sus planes.

[...]

La música en vivo sonaba armónicamente mientras los invitados charlaban y bebían champagne.
Aiden y Amanda se acercaron con Charlotte —quien había entrado a la casa para ayudarle a su hermana a ponerse sus tennis— en cuanto la vieron salir.

—Oye, queremos felicitar a tu hermana. —fue lo primero que dijo Amy.

—Claro, ella está aquí... —frunció el ceño al ver que su hermana ya no estaba en donde mismo. —¡Oh, ya la vi! Vamos.

Le Soleil Et La Lune《 Seth Clearwater》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora