LSELL | Charlotte Swan es una adolescente conocida por su corazón bondadoso y su actitud alegre.
Jamás ha creído realmente en el amor de pareja, sin embargo, su vida se pone patas arriba cuando conoce al nuevo miembro de la manada Quileute.
Seth Cl...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
. . .
—¿Tienes todo listo, Charlotte? —preguntó Edward mientras salían de la casa.
—Sí, sí. ¿Por qué se ven tan serios?
—Porque creemos que Victoria está detrás de todo esto. —respondió Bella.
—¿Sólo lo creen? —se burló la menor. —Es obvio que ella planeó todo.
—Y por esa razón ambas se mantendrán fuera de esto. —sentenció Ed.
—No me voy a esconder mientras ustedes se arriesgan por mí. —se negó la castaña.
—Y por mí. —añadió Lottie.
—Si Victoria está involucrada deben mantenerse alejadas de la pelea. —insistió el muchacho.
—Jasper dijo que yo podía ser útil.
—Y Alice me dijo lo mismo. —volvió a añadir la rubia, algo molesta por la actitud de su hermana.
—No necesitamos tu ayuda, con los lobos ganar será fácil. —el vampiro rodó los ojos a escuchar la risa de la pequeña. —El resto de nosotros no tendría mucho que hacer.
—Entonces es tan arriesgado que debo ocultarme o tan sencillo que ustedes no harán nada. —la castaña alzó ambas cejas al hablar.
—Arriesgado para ustedes dos, sencillo para nosotros. —respondió su novio.
Caminaron hacía el auto seguidos por la mas joven, quien se sentía fuera de lugar en ese momento.
—Creo que es peligroso que nos separemos. —insistió Bella. —¿Cuántas veces debemos probar eso? Me preocuparé, te preocuparás y los dos estaremos vulnerables.
—Tiene razón. —la apoyo Lottie. —Por eso le pedí a Seth que se quedara conmigo, estaremos juntos el día de la pelea y así me cuidará.
—Por eso tú y yo iremos con ellos. —le dijo Bella al chico.
—No, ellos vendrán con nosotros. —corrigió Edward. —Y ninguno de los cuatro irá a la pelea.
—Oigan. —la menor interrumpió la posible discusión que estaban iniciando. —¿Podemos irnos ya? Quiero ver a Seth.
[...]
Las ramas de los arbustos raspaban sus brazos y piernas —los cuales afortunadamente estaban cubiertos por sus jeans y sudadera—, sin embargo, aún le molestaban los golpes de las hojas en su rostro.
