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039. “Emmett”.

 “Emmett”

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El Sol brillaba con esplendor sobre el familiar campo de margaritas que se encontraba cerca de La Push.
Como de costumbre —aunque llevaban algunos días sin hacerlo—, la joven pareja se encontraba acostada en medio del lugar.

Habían llegado con la intención de estudiar, pues Charlotte estaba a una semana de comenzar la preparatoria y Seth tendría que pasar las tardes con ella para aprender los temas que le correspondían.
Pero, a diferencia de lo que habían planeado, llevaban más de una hora cuchicheando entre besos.

—¿No tienes frío? —preguntó Seth separándose para mirarla.

—Yo debería preguntarte eso, ¡eres tú el que va sin camisa! —respondió ella soltando una mal disimulada risa nerviosa.

—Estoy hablando en serio, hace mucho frío y tienes puesto un vestido. —insistió él.

—No tengo frío, Seth. —aclaró con seriedad. —Nunca tengo frío cuando estoy contigo.

Se quedaron en silencio unos segundos, mirándose tan fijamente que parecían perdidos en los ojos del otro.

—Casi me convences. —admitió el cachorro, haciéndola formar un puchero. —Escúchame, si no me dices porqué estás tan nerviosa tendremos que empezar a estudiar.

—¡No, por favor! —suplicó y le dio un beso.

—¡No! —exclamó entre risas. —Tienes que estudiar.

Charlotte soltó un bufido de frustración y se rindió. Se alejó de su novio y tomó su mochila, la cual había sido abandonada desde el comienzo de las vacaciones.

—¿En qué momento cambiaron tanto la cosas? —murmuró mientras sacaba los libros viejos de su hermana. —¡Antes era yo la que te rogaba que estudiaras!

—Las cosas cambian, amor. —fue lo único que puso responder el muchacho. —Y debemos aceptarlo.

Y tenía razón, ambos estaban cambiando, por lo que pronto tendrían más responsabilidades sobre sus hombros.
Pero, aún no era el momento de preocuparse.

—Bebé. —lo llamó, las emociones en sus ojos eran una mezcla de ternura y diversión. —Ahora no sólo pareces físicamente un chico de veinte años, creo que estás madurando.

Seth arqueó las cejas con terror.

—¿Veinte años? —jadeó tocandose el rostro desesperadamente. —¿Me veo tan viejo?

—No te ves viejo, a los veinte años no se puede ser viejo. —respondió entre risas. —Pareces un hombre, un hombre guapo. —aclaró y después de unos segundos se corrigió a sí misma. —Mi hombre guapo.

Le Soleil Et La Lune《 Seth Clearwater》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora