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048. “The calm”.

 “The calm”

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El primer día de clases de un adolescente tiende a ser de dos maneras: emocionante, en caso de ser extrovertido; o aterrador en caso de que aquello de adaptarse no sea lo tuyo.

En el caso del pequeño grupo de amigos de Charlotte, las cosas estaban siendo un tanto extrañas.
Caleb —sentado en la pequeña jardinera de la entrada— parecía estar más feliz y ansioso que de costumbre, Charlotte —sentada a su lado—, estaba distraída, pues había escuchado a su padre hablando por teléfono por la mañana y, si sus oídos no le metían, parecía estar coqueteando con una mujer. Leonardo tenía unas enormes ojeras que delataban lo poco que había descansado, y Amanda... La pelirroja extrañamente aún no aparecía.

—Ya es algo tarde. —mencionó Caleb, revisando por enésima vez su reloj. —¿Por qué no ha llegado?

—¡Dios! ¡Ya basta, por favor! —se quejó Leo, mirando a su primo con una sonrisa cansada. —Si vuelves a preguntar lo mismo te mataré, lo juro.

—He notado que ustedes dos están muy juntos últimamente. —dijo la castaña, meneando la cabeza con diversión. —¿Se besaron o algo así?

—¿Qué? ¡No! —respondió Caleb, en sus ojos se notó su desilusión. —Estuve a nada de conseguirlo, pero escuchamos a su madre hablando por teléfono y nosotros... Bueno, nos escondimos para escucharla.

—Par de entrometidos. —se burló su primo. —¿Por qué sería importante la conversión de un adulto?

—Bueno, tenemos una sospecha. —balbuceó mirando de reojo a ambos. —Ella está preocupada y yo también lo estoy, no me gusta verla así.

—¡Mira esa cara! —exclamó Charlotte, demasiado conmovida como para controlarse. —¿Estás enamorado de ella?

—¿No es obvio? —casi chilló el castaño. —Ella es hermosa, gentil...

—¡Vete al carajo, pedazo de mierda! —aquel grito los hizo voltear hacia el estacionamiento, descubriendo que era su pelirroja amiga quien había gritado aquello.
Amanda gritó algunas grocerías más al tipo que –según ella– casi la arrollaba y se acercó a sus amigos.

—Ese hijo de... si lo veo por los pasillos voy a romperle las malditas costillas. —gruñó sentándose junto a Caleb, demasiado cerca como para hacerlo sonrojar.

—Seguro que sí, Mandy. —le dijo él y se tomó el atrevimiento de rodearle los hombros con su brazo.

—¿Ya te calmaste un poco? ¿Podemos entrar ya? —preguntó Leo, recibiendo un asentimiento como respuesta.

Los cuatro se pusieron de pie y caminaron hacia la entrada de la escuela. Para todos fue algo intimidante ver a los chicos mayores que entraban y salían de Forks High, sin embargo, parecían ser algo insignificante para ellos, por lo que apenas y les miraron.

Le Soleil Et La Lune《 Seth Clearwater》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora