LSELL | Charlotte Swan es una adolescente conocida por su corazón bondadoso y su actitud alegre.
Jamás ha creído realmente en el amor de pareja, sin embargo, su vida se pone patas arriba cuando conoce al nuevo miembro de la manada Quileute.
Seth Cl...
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—¡Esta helada! —gritó Charlie mientras corría en la orilla de la playa. —¡Amanda, corre!
En la arena estaban Caleb, Leonardo y Seth, siendo este último quien cuidaba a su chica desde lejos. Aiden estaba con Liliana en la camioneta, pues habían tenido una pequeña discusión antes de llegar a la playa.
Amanda corrió hacia su amiga y ambas se dejaron caer de espaldas al agua soltando un grito por la temperatura. Seth había discutido mucho por eso, ya que le preocupaba que Charlotte se enfermara, pero la chica había ganado al final.
—¿Eres de por aquí? —preguntó Caleb llamando su atención, por lo que tuvo que apartar la mirada de Charlotte.
—Sí, vivo en la reserva.
—¿Eres de los Quileute?
Seth asintió regresando la mirada a su impronta, quien jugaba en el agua con Amanda.
—¡Tienes el mismo tatuaje que los chicos que vienen sin camisa a jugar fútbol! —Caleb subió el tono de voz emocionado. —¡Uno de ellos me golpeó con un balón en la cabeza, fue genial!
—Supongo que fue Paul, es algo temperamental. —sonrió al decirlo.
—Es genial que tengas un tatuaje, mi padre tenía uno. —su voz reflejó la emoción que sentía. —Mi familia también es descendiente de una tribu, Aiden, Leo y yo tenemos sangre Tonkawa.
Ambos comenzaron a platicar con naturalidad, incluso parecía que se conocieran de toda la vida. Pero Leonardo no se veía tan feliz, ya que la última hora se la habían pasado hablando de cosas que no entendía.
—¿Hace cuánto conoces a Charlie? —preguntó interrumpiendo la plática.
—Nos conocimos hace un mes. —respondió el cachorro cambiando su actitud alegre, ese chico no le agradaba. —La veo todos los días.
—¿Son amigos? —insistió.
—Déjalo en paz, Leo. —lo molestó Caleb. —No le hagas caso, Seth.
Charlotte y Amanda regresaron y se sentaron con ellos.
—¿Tienes frío? —preguntó el lobo a la rubia y sin dejarla responder la cubrió con una de las toallas y la abrazó por los hombros.
—Gracias. —tiritó y se recargó en el hombro del chico. —¿De qué hablaban?
—Nada importante. —respondió Caleb abrazando a la pelirroja.
