¿Te importo?

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Cuatro días habían pasado, acepté derrotado la propuesta de Aster, nos estábamos moviendo discretamente; almorzaba en pequeñas reuniones con viejos amigos de la familia imperial; comerciantes, duques y condesas rusos, también resolvía asuntos con problemas fronterizos, aceptaba regalos y los enviaba a otros reinos. Pero aún así nada me calmaba, tenía problemas para dormir, no me importaba comer y por si fuera poco las punzadas en la cabeza venían de la mano con pequeños mareos, me estaba enfermando.

Fue ésta mañana que sentía que algo le sucedía a mi cuerpo, tras una extraña pesadilla que se repetía constantemente, pero evitaba hablar de ello con mi amigo, por otro lado, conejo me dijo que últimamente veía más canas en mi cabeza de lo normal, burlándose de ello, realmente pensaba que era por el estrés, pero el estrés no te dejaba mechones blancos.

- ¡Qué es está mierda!

Me miré en el espejo estilo barroco que cambiaron por el anterior, unos mechones blancos adornaban mi cabello revoltoso. Los toqué con algo de miedo, me pellizque los brazos pensando que estaba en algún tipo de sueño extraño del que aún no podía despertar, pero no fue así. Con frustración froté mi rostro, hubiera seguido ensimismado con el tema de no ser por Elías que lo vi entrar a toda prisa a la habitación desde el espejo.

- ¡Jackson!

- Que manía con entrar antes de tocar la puerta hombre.

- me importa una mierda.- su vocabulario me hizo mirarlo directamente, el rey de Arendelle fue conocido en la fiesta de gala como uno de los más respetuosos y atractivos, se acercó a mí pero antes de acariciar mi cabello retiró su mano rápidamente, como si el tacto le quemase.

- ¿Elías?

Miró unos momentos más mi rostro y pronto sucedió algo que me tomó demasiado por sorpresa, se tambaleó hasta caer sentado sobre mi cama, acción que imité pues a ambos se nos había ido el aire, como si una fuerza invisible nos hubiera golpeado a puño cerrado en el estómago, busqué la mano de Elías con miedo, no sabía que estaba sucediendo.

- ¿Qué diablos fue eso?

- Acabo de tener una extraña visión...

- Porfavor rey Elías, no es momento de jugar a los destinados.

- ¡Deja de ser un insensible!

Me levanté tan rápido como me lo permitió mi cuerpo, miré fijamente a mi rubio prometido con las mejillas teñidas de rojo, no recordaba haber sido regañado de esa forma por un Alfa que no fuera mi padre, solo había usado su voz de mando cuando desperté en su cama al día siguiente de la fiesta.

- E-ey... ¿Cuál es su problema?

- ¿Mi problema? Usted Zar es un desconsiderado, mi semana ha sido terrible  gracias a usted.

- ¡No me juzgue como si yo fuera un infame!

- ¡Pareciera que lo es! - sus cejas se juntaron con un ceño fruncido la mueca en sus delgados labios era bastante visible y yo no me quedaba atrás en esa guerra de miradas.

- sería tan amable en recordármelo.- masculle  entre dientes.

- Es increíble... estamos enlazados, puedo sentir todo lo que tú sientes y mi cabeza ha dolido bestialmente... - dejó de mirarme para apretar su sien con las manos con algo de fuerza, como si eso lo tranquilizara.- ¿acaso ya lo olvidó? ¿Tanto así le importo?

Me miró dolido, esos ojos azules que me comenzaron a gustar hace poco me transmitían mucho, era como un libro abierto. Me sentí mal por mi actitud, junto a un repentino vacío en mi pecho, pero mi orgullo me podía más y también estaba dolido, ser zar no era fácil. Elías sabe perfectamente que mi posición está en juego, al igual que las vidas de muchos omegas.

Copito- [HIATUS]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora