Un tempano caliente

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Mordía mi labio de vez en cuando, uno que otro pisotón me llegó y el príncipe Ann se disculpaba cada cuanto, observé sus pecosa mejillas sonrojarse por la atención y ¡vaya que así era! Habíamos quedado únicamente nosotros en medio del decoroso salón, observados por los demás presentes.

- Lo siento, no se bailar.- detuvo su cabriola y miró sus pies apenado, le hice una señal a la orquesta y los músicos tocaron otra sinfonía, el director comprendio y el violinista posicionó el instrumento en su hombro, seguido de sus compañeros.- Será mejor que nos detengamos.- susurro.

- Solo una pieza más, solo deja que te guíe yo ésta vez.- lo tomé de la cintura atrayendo su cuerpo liviano, parecía ser un Omega bastante pequeño pero su rostro lo delataba, con facciones maduras, un rostro hermoso para un chico de 17 años.
Ésta vez el compás de sus piernas no fue largo acompañado de tchaikovsky, llegué a hacerlo girar un par de veces, su rostro ya no mostraba vergüenza o se veía decaído, ahora emanaba felicidad y un brillo único surcó sus grandes ojos, parecía que sabía bailar un poco de ballet por los puntapiés drásticos y delicados.
Las parejas a nuestro alrededor se acoplaron a la danza dramática un poco alejados para evitar chocar, la noche parecía ir mejorando. En un movimiento rápido logré levantarlo en el aire cuando la tonada parecía bajar su retumbar glorioso, para regresarlo de las nubes al piso de madera caoba suavemente. En un ágil movimiento tiré mi capa drásticamente al suelo y giré en mi sitio al igual que él, sí bien mamá me enseñó de etiqueta ella también ablandó mis movimientos para cualquier danza de su conocimiento (que no fuera prisiadka o párnaya), bailes sensuales que haría cualquier mujer u Omega, mi madre fue Alfa de nacimiento pero tenía un corazón noble y bondadoso, así se enamoró mi padre.

Cuando la música regresó violentamente donde dimos un par de saltos y para dar un final a la melodía, volví a alzarle ésta vez hasta que quedara encima de mi cabeza, los reyes y reinas aplaudieron, eludiendo en voz baja los tan reconocidos pasos con uno de los mejores compositores de mi reino. Lo bajé nuevamente y le dí una vuelta más antes de que alzará su pierna derecha lo mejor que podía otorgarle el movimiento su pantalón.

Los aplausos nos inundaron y el príncipe me abrazó sonriente dándome las gracias, de entre la multitud la chica de cabello rubio llegó al pecho del príncipe llorando, éste la abrazo cuidadoso y me sonrió alegremente, creo que mi trabajo ha terminado, la pareja se alejó con un aura mágica rodeándolos y una persona se posicionó detrás mío.

- Bailas excelentemente.- aludio con esa encantadora voz, lo profundamente gruesa para lograr hacerme girar en mi propio eje y el endebles de mis piernas por ese rostro perfecto pero tuve que contenerme, debía mantener mis hormonas tranquilas, cosa que era imposible con el rey Elías, azorado sonreí a la mirada sosegada del rubio hombre, provocaba algo en mí que no lograba comprender gracias a la barrera de supresión en mi cuerpo.

- vamos a hablar al balcón si gustas.

- sería un honor magestad.- seguí tranquilamente al rey observando lo acaramelados que se pusieron ambos príncipes a nuestras espaldas.

- seguí tranquilamente al rey observando lo acaramelados que se pusieron ambos príncipes a nuestras espaldas

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Copito- [HIATUS]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora