Un respiro

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Terminé de asear mi cuerpo, el pequeño espejo se empañó con el vapor del agua y todo se veía nebuloso, estuve reflexionando mucho sobre lo que le diría a Elías, todo parecía más caótico estos días, por lo que tomé una decisión y esperaba que fuera apoyada de igual forma por mi prometido. Había revisado en más  de una ocasión las cartas con remitente de la corona alemana, aunque las pruebas eran latentes y estaba más que asegurado el pacto de paz, solo el consejo imperial logró lo que quería, ponerme nervioso.

- ¡Ay! Me asustaste Elías.

- Lo siento, no era mi intención.- Se acomodó  mejor en la cama y continuó jugando con los copos que bailaban en su mano.

Anude la bata con rapidez y terminé de acercarme a su gran cuerpo, sus músculos se veían más relajados, solo cubiertos por una camisa floja de seda,  pensativo me miró por el rabillo del ojo, no me estaba analizando pero si note el sorrojo que provocaba mi presencia.

- Si te viera tu maestro de etiqueta en este momento no dudaría en regañarte por entrar a estas horas a la alcoba de tu prometido.

Sacudí un poco mi cabello que ahora se mecía bruscamente a la altura de mi mejilla salpicandolo en el proceso, ya comenzaba a acostumbrarme a ese intenso blanco y azul celeste en los espejos y periódicos que me retrataban. Soltó una pequeña risa en compañía de la coqueta sonrisa que siempre le acompañaba.

- El maestro Dawson no sabe lo torturoso que es tener a un sensual caballero como su majestad en la habitación continua.

- Buena tajada.

- Gracias.

Me recosté a su lado mirando el baile de los copos entre sus dedos, mi mano curiosa trató de hacer lo mismo pero solo logré nacer un copo para dejarlo morir en mi frente. Su risa ahogada me incitó a golpear su brazo, seguido del beso de disculpa en mi mejilla.

- Necesitas practicar bastante, un día podrás mover el elemento a tu antojo.

- Esto es más complicado de lo que creí.- Ante la idea del tiempo que debía invertir por el nuevo Don, me abrume con facilidad ¿Cómo lo hacía ver tan fácil? Desistí en continuar haciendo el ridículo y opté por abrazarme a mi mismo.

- cariño, no todo fue sencillo, te aseguro que los demás nobles que nacieron con dones tuvieron sus dificultades y problemas.

- Es cierto... solo que la diferencia, es que ellos han tenido a lo largo de su vida el tiempo para aprender a manejarlo... temo no tener el tiempo.

Se recargó  sobre su brazo en mi dirección, la atención del momento me puso algo sentimental, como si lo que fuera a decir llegase a ser... ¿incorrecto? No lo sabía, quería evitar molestias o corajes al rubio platinado.

- Esas palabras no me gustan, dime que sucede.

Mordí el labio presa de las dudas, sin saber como comenzar, Elías me dió mi tiempo comenzando a cepillar mi cabello húmedo con su mano, peinando inútilmente  las hebras. Estaba seguro de que si abría la boca podría  hecharme a llorar, no sabia si era por mi casta hormonal y la aproximación de mi ciclo o la presión que me consumía desde años atrás.

- Sea lo que te atormente sabes que estoy para escucharte, no pienso dejarte solo ahora.

Con esas palabra mi corazón se volvió  blando y me permití dejar aquel escudo del que se me enseñó mostrar al resto del mundo desde pequeño, me sentí un niño nuevamente contando su caída del día a su madre pero sabía que esa etiqueta no le quedaba a Elías, ha sido hasta el momento una pareja excepcional, me preparé mentalmente unos segundos más al compás del reloj de pared.

Copito- [HIATUS]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora