La carta

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- La dulce bailarina desbordó en suaves pasos, a la orilla del lago, los pliegue  de su vestido se meneaban con su cabello y el viento le acariciaba las mejillas. El soldado estaba facinado, el bosque cantaba melodías  que acompañaban su mágico  momento...

Dejé  de leer el libro para mirar el triste rostro de Jamie, las sabanas le cubrían  hasta el pecho pero parecía  no prestarle atención  al relato.

- ¿Qué sucede cariño?

- nada.

Dejé  el libro en la mesita y me acerqué  a acariciar sus cabellos chocolate, ante el tacto cerró  los ojos, necesitaba consolar su corazón pues sabía que es lo que le atormentaba. Haciéndome  espacio en la misma cama recargue mi cabeza sobre mi brazo derecho.

- Jamie, estamos haciendo todo lo posible para encontrarla.

Relamio sus secos labios, sus ojitos brillaban por el cumulo de lagrimas que se resistía  a dejar caer.

- Cuando sophie tenía  pesadillas yo me encargaba de contarle una historia... le gustan mucho las historias de princesas y dragones.

Besé  su frente y se aferró  a mi pecho con fuerza, tambien tenía  un nudo en la garganta, pero en esta habitación  el niño ya estaba llorando, necesitaba un soporte.

- Todo saldrá  bien, regresaré  con la pequeña sophie y les contaré una historia muy especial de dragones... aún  me deben una fiesta del té.- murmure sobre sus pestañas bañadas en lágrimas.

- pero te ves muy cansado jack.

- Eso es lo de menos, mira, mañana comenzarás  tus estudios en el palacio, Aster encontró  a un excelente maestro de música  que-

- ¡Jack! Se que solo soy un niño y hay cosas que no entiendo pero se lo que pasó  ayer, en el palacio hablan del flancotirador... Tengo miedo de que algo te pase a ti también.

Guardé silencio, dedicandole atención  a cada palabra sollozante, mi vida siempre ha estado en un posible riesgo, aún  así  nunca estuvo en mis planes hechar me para atrás, no con la situación  actual.

- Jamie, escuchame... soy el gran zar, debo manejar estas situaciones y ver por la seguridad de mi imperio, sophie  no es la unica niña que está  en peligro, tengo que buscar a esos chicos.

- ¿porqué  la policía no los encuentra?

- mmm... ellos están  investigando, pero deben mantener la ley en toda rusia también y nuestro hogar es muy extenso, Aster regresó  con nueva información  hace un rato  pero le ordené  que fuera a descansar.

- ¿El señor Bunnymund está cansado también  verdad?

- así  es.- me levanté  de la cama y lo arrope nuevamente.- No vamos a dejar de buscar si esa es tu preocupación, pero aveces  hay que dar un paso atrás  y mirar mejor el panorama.

Con un beso en la frente me despedí del preocupado Jamie, apagué los candiles antes de cerrar la puerta lentamente, una vez  fuera de la vista del muchacho por fin pude soltar las cuerdas que ataban las lágrimas.
Me sentía  tan impotente e inútil, había  más  cosas por hacer y era increíble que más cosas sucedieran.

- Zar...

- oh... Elías yo, solo fui a aver a mi ahijado ¿necesitabas algo?

Se acercó  a mi y con un brazo mi espalda comenzó  a guiarme a mis aposentos, ya no podía  retener las lágrimas, pero el se tomó su tiempo para formular las oraciones correctas.

- Hasta el guerrero más  fuerte puede permitirse llorar de vez en cuando.

- soy el zar, no puedo dejar que nadie me vea así.

Copito- [HIATUS]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora