"Mi boca dejó que volaran las palabras de ella, palabras de las que me arrepentiría a la mañana siguiente.
- porfavor, márcame, Моя любовь.
Solo recuerdo ver mi pantalón salir volando y un par de botones de mi camisa cayendo al suelo después de ser...
A paso apresurado llegamos al hospital de San Petersburgo, mi presencia pasó desapercibida, debido a los harapos que traía puestos, con una vieja boina cubriéndo el cabello blanco de la cabeza a petición de Aster, Elías tuvo que quedarse resguardado en el palacio de invierno. Todo era doloroso, mi cuerpo y la zona de mi vientre, recordaba muy poco después de quedarme encerrado en mi despacho, la carta aún estaba bajo mi custodia, el detonante de mis males.
- Por aquí, en esta camilla.
Una enfermera llamó a otros dos compañeros que rápidamente movían la cama de metal por los pasillos fríos del hospital, solo cerraba mis dientes rechinantes, eso me daba un poco de consuelo para soportar el dolor, pero eran cólicos horribles, no sabía que estaba pasándome.
- por favor llamen al doctor Sergei, es su médico particular.
Dijo Aster antes de aminorar el paso y dejar que la camilla avanzara, tenía miedo, todo sucedía tan rápido que no me dí a procesar el lugar dónde me encontraba y pronto dentro del hospital comenzó a helar a pesar de estar afuera la estación más agradable del año en Rusia. Sentí la humedad entre mis piernas y con una de mís manos temblorosas palpé las telas, al ver el color carmín pronto el pánico se apoderó de mí, seguido de quejidos abrumadores, los pacientes que esquivaban al grupo de doctores que me trasladaban me miraban son asombro, debido al escándalo que estaba haciendo. La terrible punzada recorrió mi espalda baja como golpe final, dejando todo mi alrededor en completa oscuridad. .
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una mano completamente áspera removió mis cabellos, la luz que sé filtraba a través del túnel estaba lo suficientemente cerca de dónde me hallaba recostado, tal vez había dormido demasiado, pero ahora era algo puntiagudo lo que recorría lentamente mi mejilla izquierda, que con mucha delicadeza evitaba lastimarme.
Con pereza abrí los ojos continuo a un bostezo, mi vista fue acostumbrándose a la penumbra, alguien me acompañaba.
- Por fin despiertas humano, temí haberte matado.- la persona frente a mí era un hombre de cabello blanco, bastante largo que cubría parte de sus hombros, tenía unos profundos ojos ámbar que momentos antes me estában observando detenidamente. Pero eso no era lo más interesante de el, gran parte de su cuerpo estaba lleno de pequeñas escamas blanquecinas.
Su aspecto me sorprendió demasiado que me alejó con miedo de su gran figura, ¿Porqué estaba ahí? Solo recordaba el grupo de hombres galopar hacia la cueva (...)
- E- eres el dragón.
Cómo si mi respuesta le hubiera dado gracia (e inclusive mi expresión) soltó un leve risa antes de levantarse de la paja y trozos de piel animal en los que momentos antes me sirvieron de cama.
Pude observar mejor su figura caminar hacia otro extremo de la enorme cueva, resultaba un poco fría pero se veía acogedora con los muchos objetos colocados sin cuidado: muebles de madera, sillas rotas, objetos dorados en montones al azar y uno que otro libro. Este lugar era demasiado curioso a mis ojos y de cierto modo encantador. Seguía abrazando mis rodillas, nunca había visto a un dragón transformarse en humano, que tuviera esa capacidad era realmente mágico, miré su porte masculino, una cola sobresalía de su pantalón rasgado que cada cierto tiempo movía ¿Tal vez a voluntad?