CAPÍTULO UNO

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Determinación.

Dione

Mierda.

Otra vez, empezando con el pie izquierdo.

Me levanto de la cama, cayendo de culo al suelo en un instante. Reviso mi celular y veo que ninguna de las alarmas han sonado, suelto una maldición y lo tiro a la cama para dirigirme al baño. Hoy es un día muy importante, bueno, específicamente no para mí. Pero es obligatorio estar en tal evento que se realizará en sólo una jodida hora.

Bueno, para llegar al grano: Soy la hija del chófer que trabaja en esta gran mansión de los Maxwell. Vivo aquí desde los catorce años, luego de que mi madre muriera.

Hoy llega el único hijo, el futuro heredero de todo lo que posee el señor Joseph: Nicholas Maxwell.

Pero... hay un pequeño problema.

Para que Nicholas sea el heredero de todo, tiene que comprometerse con una mujer para darle nietos a su padre, ya que es su mayor deseo.

Y muchos dirán, ¿Nicholas es feo?

Pues, no es eso.

El problema, es que el buen arrogante no quiere tener compromisos con nadie.

Técnicamente, vive la vida loca.

No le daré tantas vueltas al asunto, ahora tengo que cambiarme lo más pronto posible para bajar al salón.

Mi padre me hubiese despertado, pero Nicholas siempre quiere que lo busquen horas antes, ya que no le gusta esperar.

Típico de un millonario arrogante.

Me coloco un vestido sin tirantes y ajustado, siempre me gusta mostrar las virtudes de mi cuerpo, las cuales son muchas.

Me deshago del moño que tenía en el cabello y lo suelto, de veras que está largo, me llega hasta la espalda baja. Pero mejor así, soy muy hermosa y eso nadie lo puede negar.

Bajo justo cinco minutos antes y salgo por la cocina. Veo los invitados reunidos y charlando, aquí solo viene gente importante y exclusiva, justo como los Maxwell.

Me encuentro con Chloe, una de las sirvientas de esta casa desde hace unos veinte años. Me gusta mucho hablar con ella, me aconseja y me cuida, justo como hacía mi madre.

—¿Otra vez tarde, Dione? —palmea con su índice el reloj en su muñeca— Tienes que ser puntual.

Tomo una galleta del tazón de la encimera y le doy un mordisco.

—Lo siento —hago un puchero—, sabes que soy muy dormilona, pero estoy linda para la ocasión, ¿cierto?

—Siempre estás linda, cariño —se acerca a arreglarme el vestido—. Ya tienes que ir, compórtate.

Asiento y termino la galleta.

—Nunca te he decepcionado —le guiño un ojo y me voy mientras niega divertida.

Abro la puerta sin llamar la atención y me dirijo al centro del salón. Veo a mi papá parado en la puerta de entrada con su semblante serio, le hago una mirada de disculpa y suspira, ya me perdonó.

El futuro Heredero✔️  (BORRADOR).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora