CAPÍTULO TRECE

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Pd: puse esa canción porque siento que representa mucho mutuamente a la piraña y al cenutrio.

Autocontrol.

Dione

Ya son las siete de la noche y me quedé con Nicholas para terminar de administrar las habitaciones del nuevo hotel. Mismo hotel al que a mi esposo no le ha dado la gana de decirme donde es.

Entro sin tocar la puerta, lo encuentro con la camisa arrugada, el pelo alborotado, y totalmente estresado por tanto trabajo.

Pobre cenutrio.

Cuando me ve, sus facciones se relajan un poco y sonrío en mis adentros, porque soy la única que logra calmarlo. Y sí, eso me eleva un poco el ego.

-¡No! -se frustra- ¡Las cortinas deben de ser blancas! -se queda callado mientras escucha lo que le dicen en la otra línea y rueda sus ojos- No me importa, pero lo van a resolver. Mi esposa quiere cortinas blancas en las habitaciones, ¡y será el único color que habrá!

Él cuelga y deja el teléfono en el escritorio. Hace una señal para que me acerque, palmea su pierna para que me siente encima de él y obedezco.

-¿Mucho trabajo? -peino su cabello.

-Sabes que sí, además, tengo mucho más porque la señorita quiere jodidas cortinas blancas e inglesas.

Sonrío como una niña pequeña.

-No me gustaba el otro color, ese verde oscuro le daba una iluminación muy tenue de día -él apoya su cabeza en mi pecho y me acaricia la cintura-. Agradece que yo aparecí en tu vida para evitar esa posible desgracia.

-Jodes demasiado, maldita. -espeta mientras me abraza más.

Esa es su forma de demostrar cariño, me insulta, me abraza y lo hacemos mutuamente. Es muy romántico de nuestra parte.

-Vete a la mierda un rato -ruedo los ojos.

-Vete a la mierda tú también.

-Aún casado, no paras de ser un ridículo.

-Y tú no dejas de tocarme las bolas cada que te da la gana.

-Pero aún así, te gusta consentirme
-sostengo su mentón para darle un beso-. A muchos les gustaría estar en tu posición.

-Que lástima, porque yo soy el único que puede hacerte feliz -se encoge de hombros-. Nadie te va a llenar como lo hago yo, pequeña piraña.

Y tiene la razón, pero no se la daré, mi ego no me permite ser ni un poco equitativa.

-Ya quiero irme a casa -me levanto y me acerco a la puerta-. Vamos, debes de descansar, Nicholas.

Él se levanta también y esboza una sonrisa pícara, ya sé a donde quiere ir el idiota.

-¿Sabes qué hay muchas maneras de calmar el cansancio? Una de ellas, es que estés tú entre mis piernas -se acerca a morder el lóbulo de mi oreja- ¿qué piensas?

Suelto una risa baja y le doy un leve empujón.

-La verdad, es que no tengo ganas -aprieto mis labios-. Siento no complacerte el día de hoy...

El futuro Heredero✔️  (BORRADOR).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora