CAPÍTULO CINCO

64.5K 4.5K 4.3K
                                    

Hasta que las peleas nos separen.

Dione

Me miro frente al espejo una vez más. Estoy hermosa, más brillante que nunca... pero hay algo que impide que me sienta bien.

Y la respuesta, es que no estoy feliz casándome con alguien el cual no amo.

Ni siquiera he visto a Nicholas desde ayer en la tarde, ya que siempre hace lo que le dé su regalada gana. Las maquilladoras terminan de ondularme el pelo mientras me retocan la sombra y el labial.

Debo de salir en cinco minutos ya. Me incorporo cuando terminan con mi cabello y sonrío de agradecimiento cuando Chloe me da un hermoso ramo de orquídeas, sabe que son mis flores favoritas.

Recuerdo que también eran las favoritas de mi madre, solía cuidar su jardín lleno de orquídeas y yo la ayudaba a regarlas... sacudo mi cabeza y parpadeo varias veces para contener mis ganas de llorar.

Al menos desearía que estuviera en este día tan importante y que cambiará mi vida de ahora en adelante.  

Mi padre me mira con una media sonrisa y me da un beso en la frente.

—Mírate, estás radiante hija.

—Gracias, papá —trato de olvidar mi tristeza.

—Tenemos que ir a la ceremonia, pero antes
—sostiene mi mano—, ¿estás segura de qué quieres hacer esto? Podemos arreglárnoslas de otra manera para pagar las medicinas...

—Estoy segura, padre —lo interrumpo—. Ya se lo prometí al señor Joseph. Sería peor si dejara a mi futuro esposo plantado en el altar —digo en tono burlón.

Aunque si me atrevería a dejarlo solo, al reverendo idiota.

—Dione, me hace sentir mal que te cases con alguien al que no amas por mí —hace una mueca de tristeza—. Si te lo permito, es porque ya eres mayor y sabes tomar tus propias decisiones.

Y que puedo decir, tiene razón. No amo ni nunca amaré a ese arrogante cenutrio.

—Será mi decisión, y yo cometeré mis errores, papá —sonrío para calmarlo—. Haría lo que sea para tenerte aquí, y sí para eso tengo que casarme con Nicholas Maxwell, pues lo hago.

Él sonríe y acaricia mi mejilla.

—Te amo.

—Yo también.

Ambos nos dirigimos a la entrada de la iglesia, donde las puertas están cerradas y se abrirán cuando empiecen a tocar la canción esa que suena en las bodas.

—Buena suerte, hija.

Suelto un resoplido.

—Espero tenerla en esto que se viene, estoy nerviosa.

Mi padre está por responder, pero ya las puertas se van abriendo poco a poco mientras suena la jodida música esa que no quería escuchar.

Todos los invitados se giran hacia nosotros, o más bien, hacia mí. Trago grueso y mi padre palmea mi espalda suavemente para que comience a caminar.

El futuro Heredero✔️  (BORRADOR).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora