IX🍁

41 8 1
                                    

Oscar estaba sentado al borde de su cama en frente de la ventana de su habitación. Una mujer entró con una sonrisa que transmitía confianza.

—¿Que pasa cariño?—Preguntó la mujer.— Últimamente no has dormido mucho, te ves cansado. ¿Que sucede?

—Nada, todo está bien. Tu no te preocupes.—El castaño le dedicó una sonrisa a su madre.

La mamá de Oscar era un amor de persona, era una persona de buen corazón. Si necesitabas ayuda o simplemente querías ser escuchado ella era la persona correcta a la cuál recurrir. A veces se dejaba llevar por el que dirían los demás, a veces buscaba encajar en la sociedad con sus idas pero eso no le quitaba su empatía y cariño.

—No pasa nada si no quieres contarme, está bien, cariño. ¿Crees que puedas ayudar hoy en la panadería?—Le preguntó su madre.— Necesito un descanso.

El destino se puso de lado de Oscar. Con el a cargo de la panadería podía ver a su amigo justo como habían dicho

—No te preocupes, lo haré por tí— La mañana de Oscar se habia arreglado "inesperadamente" gracias al destino pero como el destino y el no se llevaban del todo bien. Gracias a su amada madre.

Oscar había salido de su casa y estaba de camino al pueblo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Oscar había salido de su casa y estaba de camino al pueblo. Recorrió el camino como de costumbre y a lo lejos notó a Romer entrar a la biblioteca.
No le dió mucha importancia ya que el dia anterior no decidieron la hora para poder verse.

Todo en la panadería estaba listo y en su lugar, su madre solía ordenar siempre para darle un aspecto más elegante y bonito. El solo tenía que estar ahí unas horas y después irse.
Estar a cargo de la panadería no era mucho trabajo, así que fácilmente se sentó a esperar a que un simple humano entrara por esa puerta y quisiera comprar algo. Así fué pero para su sorpresa era Romer, tenía una cara de felicidad en su rostro, como si fuera el mejor día de su vida. En cuanto vió a Oscar corrió hacia el y se puso en frente dispuesto a contarle la razón de su felicidad.

—¿Que te pasó? Te ves demasiado feliz.— Preguntó el castaño contagiado de la felicidad del pequeño. Por alguna razón le daba tranquilidad que Romer estuviera feliz.

—Le conté a mis hermanos y me van a ayudar a que mi familia no sepa. ¿Puedes creerlo?—Realmente iba a estallar de felicidad.—No me tengo que preocupar mucho, podré venir al pueblo sin cuidarme que alguno de ellos me siga o me espíe, tal vez ayuden a que mi madre no se entere. Es una buena noticia ¿No lo crees?

—Demasiado buena, que bien que tus hermanos hayan aceptado nuestra amistad, te dije que lo harían.—El castaño le regaló una sonrisa.

—Estás a cargo de la panadería ¿Verdad?—El mayor asintió.— Estaré todo el día en el pueblo, vendré cuando termines.— Se dispuso a irse pero se dió media vuelta solo para decir lo que haría explotar de pensamientos al castaño—Te quiero...— Le sonrió y lo abrazó.

Romer se fué, dejando al castaño con el alma fuera. Estaba feliz al escuchar al menor decirle un "te quiero", podía ser una palabra simple para muchos pero era un gran paso para lo que tenían ellos dos. Siendo Romer una persona insegura eso era demasiado, así que Oscar estaba dispuesto a tomar ese "te quiero" cómo la cosa más importante del mundo.

Pasaron unas horas y su turno en la panadería había terminado.
Estaba tomando sus cosas para poder irse pero fué interrumpido por el ruido de la puerta abriéndose.

—Te dije que vendría.— Era Romer.— Ambos iremos a cualquier lugar que quieras, si yo lo hago nos perderemos así que hazte responsable.— Le dijo con una sonrisa.

—Eso... ¿A dónde se supone que a ti te gustaría ir?— El pelinegro se encogió de hombros— Me das la responsabilidad a mi pero te recuerdo que en este pueblo no pasa de bosques, tiendas, lagos y casas. Aparte que a ti te gustan los lugares en silencio y alejados, de opciones tenemos el lago de la montaña cercana, y la fuente a las afueras del pueblo.

—¿Podemos ir a ambos?

—Si nos da tiempo si.—Le contestó el castaño con una sonrisa.

—Está bien, entonces vamos.— El menor abrazó el brazo de Oscar y se dirigieron primero a las afueras del pueblo, dónde se encontraba la fuente.

La fuente de las afueras del pueblo era un lugar bastante hermoso, no solía haber gente a su alrededor, era una zona bastante olvidada pero eso no le quitaba su atractivo.

Después de unos minutos de camino se encontraban en frente de esa dichosa fuente. Era grande y llamativa, a pesar de tener muchos años ahí, se veía limpia y en buen estado y el agua de la fuente era bastante clara, como si alguien impidiera que se ensuciara.

—Es más bonita de lo que pensé— Habló Romer.

—Cuando era pequeño mi madre solía traerme aquí, decía que era una fuente de los deseos y que si pedía algo se iba a cumplir, solo necesitaba fé.— El castaño había sido bastante sincero con sus palabras.

—Es demasiado hermoso, tu madre parece quererte mucho...— Dijo mientras buscaba con la mirada un lugar donde poder descansar. Se terminaron sentando en la fuente para apreciarla más de cerca.

—Soy su único hijo, así que se ha preocupado lo suficiente, ha tratado de darme lo necesario y me dió una buena infancia, a lo que voy, este lugar es especial, me traía aquí todos mis cumpleaños para que mis deseos si se cumplieran.— Hablaba con una sonrisa en su rostro ante los recuerdos.

—Tu madre es un amor, necesito conocerla algún día.—Le contestó igual con un sonrisa.—No se si la pregunta es adecuada pero...¿Siempre han sido dos? ¿Que pasó con tu padre?...

—Mi madre es la persona más amable que conozco, y no siempre fuimos solo dos... Mi padre decidió irse a “buscar suerte” cuando tenía once años, pero jamás volví a saber de el, solo supe que la panadería había quedado al nombre de mi madre.

—Lo siento si te hice sentir incómodo.— Contestó el menor un tanto apenado, no sabía si la pregunta que había hecho había tocado un tema sensible o algo por el estilo.

—Oh, no te preocupes por eso, está bien... Sé que no sabes mucho de mí, así que supongo que no hay problema si sabes esto, no es un tema “sensible” pero no suelo hablar sobre esto... Son cosas que el destino pone y dispone a su disposición, al final, uno nunca puede hacer nada... Mi padre era un poco diferente a mi madre, si, ambos tenían un buen matrimonio, hasta que el dinero empezaba a faltar, mi padre hizo todo lo posible para mantenernos con casa, y mi madre, para que no viviera los problemas tan cerca me traía aquí o a lugares lindos para poder pasar las tardes o los días, mientras mi padre trabajaba. Después solo ví una carta en la mesa y a mí madre llorar, nunca lo entendí hasta que el nunca regresó y le pedí explicaciones a mi madre, después de eso nos volvimos en un equipo...— Intentaba guardar su rencor contra el destino, que le había quitado parte de su felicidad.— Supongo que ahora sabes más de mi, no te preocupes por nada de esto, solo son cosas que pasaron y ya no podemos darles un borrón.— Abrazó al menor.

— Cosa que jamás entenderé... Sigo siendo el mismo niño con padre y madre, aunque siempre están fuera de casa, jamás he tenido que vivir algo así, tengo a Mark y a Carlos, son mi único apoyo.

—Todos dicen que el destino es bueno, según que por quitar las cosas para darte mejores pero parece que a mí trata de forma distinta.— Soltó una pequeña risa.—Da igual...

Ambos se quedaron hablando por más tiempo, cualquier conversación que evitara temas tensos, estaban felices de estar juntos, siendo una bonita amistad.

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora