Los días se hacían infinitos para ambos enamorados. Para Romer los días eran solo las cuatro paredes de su habitación y algunas veces salir de esta para ver el sol, se perdía en su gran casa pero no tenía mucho sentido. Mientras que Oscar se preguntaba que era lo que había hecho mal, tal vez era su culpa, tal vez Romer se sentía mal. Pero nunca se le pasó por la mente que la madre de Romer podría estar involucrada.
Recostados sin fuerzas en sus respectivas camas, solo que en distintas partes del pueblo, pero exactamente el mismo sentimiento de culpa.
Oscar estaba realmente triste por la situación, no sabía nada de su amado, no lo había visto en semanas, podría creer que fueron meses apenas pero apenas y empezaba noviembre.
—Cariño, ¿No vas a comer? Llevas semanas sin hacerlo ¿Pasa algo?—La madre de Oscar se sentó en el borde de la cama.—Ni siquiera te has levantado, me preocupas...
—No pasa nada, todo esta bien...—Oscar intentó que sus lágrimas no se desbordaran desconsoladamente.
—Puedes contarme si eso necesitas, no voy a juzgarte.—Le aseguró la mujer.
—Tiene que ver con Romer, es solo que, estábamos tan bien y de la nada desapareció, no sé nada de él, lo estuve esperando el día que dijo y no llegó, tengo miedo a que tal vez sea mi culpa...—Dijo con la voz rota.
—No hiciste nada malo, no es tu culpa, tal vez...—La mujer intentaba buscar una respuesta.—Tal vez... Su madre.—Le aseguró.—Tienes que esperar un poco más, pero tengo sospechas de que ella tiene que ver con esto, él te ama, no es capaz de dejarte así como así. Ahora, necesitas comer un poco, ven.—La mujer abrazó a su hijo y lo tomó del brazo para llevarlo a la cocina.
Y así se pasaba el tiempo, ambos sin poder verse, sin saber si estaban bien, sin saber que hacer. Los días pasaban y eran eternos, aburridos, sin sentido...
Faltaban solo dos semanas para que el mes terminase, el otoño se estaba desvaneciendo, empezaba a sentirse el aire de la noche cada vez más frío.
—Romer por favor, necesitas salir de aquí, ya ni siquiera estamos castigados, deberías de ir a hablar con Oscar.—Le rogó Mark.
—Ya déjalo, será inútil, llevamos haciendo eso desde hace casi un mes, no servirá de nada, él no se dejará ayudar ni un poco.—Contestó Carlos desanimado por la situación.
—Tienen razón, voy a salir.—Los hermanos se apresuraron a la salida para acompañarlo.—Sólo. Voy sólo.—Los dos chicos se miraron mutuamente y se alejaron para ir a sus habitaciones.
Romer tomó aire y puso en marcha su gran idiotez que estuvo intentando decidir por muchos días.
Se dirigió al pueblo, estaba desanimado, no sabía cómo decirle a su amado de su situación.
Caminó y caminó hasta llegar en frente de la panadería, abrió la puerta pero no había nadie. Tomó asiento y esperó unos minutos. Oscar y su madre enteraron por la puerta, ambos estaban sorprendidos por la visita inesperada del pelinegro en la panadería.
La madre de Oscar miró a su hijo para después irse a atender a las personas que estaban en la panadería.Romer se levantó y miró con tristeza a Oscar, Oscar no entendía lo que pasaba.
—Tu y yo debemos hablar, necesito hablar contigo...—Le dijo Romer.
—Bien, vamos.—El mayor le sonrió y caminaron fuera de la panadería.
Se dirigieron al lago más cercano, era bastante tarde para tomarse el tiempo solo en busca de un simple lugar donde hablar.
—¿Que pasa? Te fuiste sin ni siquiera decir adiós, dime si hice algo mal o si tengo culpa de algo por favor...—La voz del mayor empezaba a temblar.
—Vete de mi vida.—Las palabras tan duras del pelinegro rompieron el corazón del mayor. Romer estaba firme pero sus ojos estaban llenos de lágrimas.—Aléjate, es por el bien de ambos, solo vete y no intentes buscarme.—Las lágrimas empezaban a desbordar los ojos de ambos.
—¿Que? No puedes hacer esto...¿Te das cuenta que vas a tirar todo a la basura? ¿Los sentimientos que te dí fueron solo basura? Me estás destruyendo al hacer esto, y tú también lo haces.—La voz del castaño se empezaba a romper y las lágrimas salían sin control alguno.—Te prometí que no te dejaría, te prometí que te ayudaría, te di todo de mí, jamás te dejé, lo seguí cumpliendo y tú eres el primero en dejarlo todo. Estas jodido. Dame una respuesta...—Habló entre lágrimas.
—No existe una respuesta, solo vete. Tú eres el único que lo prometió. No hagas las cosas más difíciles y vete. Por favor, hazlo si me amas tanto como dices...—Una lágrima bajó por la mejilla del menor.
Oscar miraba a Romer con odio. Su corazón estaba roto, todo lo que juntos crearon se había destruido en segundos y para su desgracia él había sobrevivido, mientras que Romer había salido cómo si nada. Otra vez el destino había jodido su vida. Otra vez su felicidad se había terminado, no quería aceptarlo y quería intentar hasta lo imposible por saber que era lo que pasaba.
O al menos dejar un último adiós.
—Antes de irme de tu vida, dime qué pasa. —Oscar se limpió sus lágrimas y miró fijo al pelinegro.
—Oscar...
—Te di todo ¿Y solo llegas a decirme que me aleje de tu vida?—El mayor no apartaba la mirada de Romer.—Intento entenderte pero no logro hacerlo, no encuentro motivos, te dije que lo haría, pero no puedo, ahora la diferencia es que es lo bastante tarde para poder olvidarte...—Sin más que decir el mayor abandonó el lugar.
Romer aterrizó de su nube de idiotez pero ya era tarde, ya todo estaba en ruinas, no había alguien más, solo él y su propio desastre. No tenía otra opción más que aceptar su gran error e ir a su hogar solo para sumergirse en su miseria y ahí permanecer.
ESTÁS LEYENDO
Amor de otoño. [✔️]
AdventureUna historia de amor en la época incorrecta, religiones diferentes, donde amar a alguien de tu mismo sexo está penado incluso por la muerte.