Todo se encontraba bajo control en casa de Lía, los adolescentes podían salir de la casa pera solo al bosque, todo era un verdadero peligro pero según ellos lo tenían bajo control.
Lía entró a la habitación que ahora le pertenecía a los adolescentes y los miró con atención, era lindo saber que los estaba manteniendo a salvo.
Ambos adolecentes estaban sentados frente a la ventana mirando la noche y a la gran luna llena.
Ninguno de los dos se daba cuenta de la presencia de la madre en la habitación, estaban en su burbuja.La mujer no quiso interrumpir el momento de sus pequeños y abandonó el lugar cerrando la puerta con cuidado.
Oscar acomodó el cabello de Romer en su oreja y lo acarició su rostro.
Romer lo miraba con atención y sentía que cada día estaba cayendo a los encantos del mayor, se sentía tan enamorado.Sin duda los dos adolescentes habían conseguido lo que ambos estuvieron deseando por años.
—Te amo...—Le dijo Romer.—Recuerdo la primera vez que te lo dije, al principio sentí que era la palabra más difícil de decirse y ahora que te lo digo seguido siento que no puedo controlar mis sentimientos, creeme que no hay otra cosa que me importe más que nosotros, cuando pienso en ti mi corazón se siente cálido...—El menor se acercó a el castaño para poder besarlo.
Las palabras sinceras otra vez retomaban el lugar, solo para darle vida a una relación bastante amorosa pero prohibida por multitudes.
Ambos chicos experimentando el amor por primera vez ¿Esto duraría para siempre?
O simplemente era ese tipo de amores adolecentes que solo duran un poco y la magia se apaga, tal vez era uno de esos amores pasajeros pero estaban decididos a vivir cada minuto de lo que este durara.—Me gustaría estar contigo, deambulando por las calles del pueblo a media noche, sin barreras, con esa libertad que ambos deseamos junto a ese riesgo que el mundo ofrece cruelmente y solo vivir una aventura como la última vez, como el último momento de vida.—Oscar miró los ojos de Romer con atención, la luna se veía reflejados en esos ojos de café.
—Claro que si, demos una vuelta por los oscuros rincones que ofrece este mundo cruel, siempre y cuando podamos ser felices, aún más de lo que ya ¿O no lo somos? Somos simples adolecentes olvidándose de sus problemas desahogandose en unas calles de un pueblo sin un lugar a donde ir, buscando escapar para poder sobrevivir. Si tan sólo se pudiera...—Dijo Romer mientras miraba la luna.
—Oh, cariño, imagina que la vida es como un libro en el que solo nosotros decidimos como empezarlo y como terminarlo, tu te has vuelto en la mejor compañía de vida, corramos el riesgo, el riesgo al cual le llaman "vivir", en esta luna llena la cuál nos acompañará para siempre y cuando nuestro libro llegué a su última página estaremos cerca de la luna y las estrellas, de igual manera la luna nunca nos habrá abandonado, amor...
Ambos cruzaron miradas y justo a su mente volvía el momento en el que se conocieron por primera vez, ese primer día de otoño.
Veintidós de septiembre.
Dónde las miradas se juntaron para poder admirarse el uno al otro, sintiendo una sensación extraña pero cómoda. Definitivamente sabían que eran almas gemelas, destinadas a estar juntos ¿Cierto?
Los recuerdos tan lindos, todo tenían vivido hasta ese momento había marcado a ambos.
Todas las aventuras que solo se guardaban en esa panadería, en esos bosques y en esos lagos. Conversaciones que habían cambiado a ambos, palabras sinceras que se perdían en las noches y volvían cuando el momento las hacía presentes.Cosas pasajeras, o tal vez no, no para ellos.
El corazón sincero de ambos, ese que deseaba poder mantener una relación estable, para seguir alimentando sus sentimientos.
Los aromas que ambos recordaban y recordarían para siempre, el café y la menta.
Oscar y Romer.
—Tu... Tu sonrisa es linda.—Romer miró el rostro de Oscar con atención.—Es uno de mis recuerdos favoritos...—Sonrió.—Eres lindo.
—Tus ojos son hipnotizantes ¿Lo sabías?—El menor negó con una sonrisa.—Es como ver dos tazas de café negro, tu también eres lindo.—Oscar le dió un beso corto y rápido en la mejilla a Romer.
—Me haces sentir especial, justo como nadie lo ha hecho...—El menor seguía recorriendo el rostro de su castaño.
Romer juntó sus labios con los de Oscar, se terminaron hundiendo en sus caricias, palabras de amor se podían escuchar en esa habitación, pasando una de las mejores noches.
Conversaciones de amor... Claro.
Había amanecido y los dos chicos seguían dormidos todavía.
Después de unas horas la madre de Oscar entró a la habitación para despertar a los adolescentes.—Buen día chicos, levántense, necesito que vayan al pueblo, por algo rápido. Hoy tienen que hacer la comida, tengo que estar en la panadería y regreso más tarde ¿Pueden ayudarme con eso?—Preguntó la mujer amablemente.
—Buen día...—Habló Romer con voz ronca
—Si, está bien...—Le dijo Oscar.
—No me esperen, llegaré tarde, talvez antes del atardecer.—La mujer les dedicó una sonrisa.
—Bueno, no te preocupes por eso entonces, te dejaremos comida.—Oscar le aseguró.
—Gracias, ahora me tengo que ir, chicos, nos vemos más tarde.—La mujer volvió a sonreír amablemente.—Los quiero a los dos, por favor no se tarden tanto y tengan cuidado.
—Está bien, no hay problema con eso, no tardaremos mucho.—Oscar le dió un corto abrazo a su madre y la vió irse.
—Quiero seguir durmiendo.—Se quejó Romer.
—Si, pero después de hacer lo que mi madre pidió. No creo que nos tardemos tanto...—El menor asintió y ambos tomaron sus cosas para dirigirse al pueblo.
Salieron de la casa tratando de no levantar sospechas de nada.
Sin saber el gran error que estaban por cometer.
Caminaron en busca de comprar lo que necesitaban para la comida y alguna otra cosa que no era necesaria en los absoluto.
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Amor de otoño. [✔️]
AdventureUna historia de amor en la época incorrecta, religiones diferentes, donde amar a alguien de tu mismo sexo está penado incluso por la muerte.