XXIII 🍁

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Era antes del amanecer y tres chicos estaban intentando salir de sus habitaciones, gritaban y golpeaban la puerta para poder ser escuchados. Para su gran desgracia nadie los escuchaba, y si lo hacían no los ayudarían por órdenes de su madre y no de ellos.

—¡¿Esto es enserio?!—Gritó Carlos mientras golpeaba la puerta.

—¡¿No se te pudo ocurrir algo mejor, Jenn?!—Le gritó Mark a su madre.

Mark tuvo una idea, no la mejor pero si serviría de algo.

—¡Romer!—Gritó lo suficientemente fuerte para que Romer escuchara.—¡No tengo idea si me escuchas o no pero tu única opción es la ventana y la otra es esperar! ¡Elige!

Romer no contestó pero había escuchado todo completamente, no se quería arriesgar pero si pensaba bien las cosas tenía que elegir rápido. Su ventana daba al gran patio, mucho daño no se haría, si bajaba con cuidado todo saldría bien. No tuvo tiempo para pensarlo, tomó un objeto pesado y sin siquiera saber que era lo aventó a la ventana de su cuarto y está se rompió.

Sus hermanos sabían que estaba haciendo y otra vez más rezaban para que Romer sobreviviera.

Romer se encontraba bajando desde la ventana, el miedo corría por todo su cuerpo. Cuando por fin bajó por completo se dispuso a correr en busca de Oscar, tenía que encontrarlo y no sabía cómo. Debía de estar en casa así que sin siquiera saber dónde vivía tenía que averiguarlo.

Corrió hacia el bosque, recordaba que alguna vez el mayor le había dicho que su casa estaba por el bosque, supuso que no encontraría muchas casas. La primera casa que viera sería la casa de Oscar. No había pruebas pero tampoco había dudas en lo absoluto.

«Casa pequeña, un solo piso, cruzando el bosque.» Es lo único en lo que pensaba Romer.

Siguió caminando hasta encontrar la primera casa y efectivamente era la única.
Tocó fuerte la puerta y la madre de Oscar lo veía con sorpresa. Rápidamente lo arrastró adentro de la casa y lo hizo sentarse en la silla.

—¿Que haces aquí? ¿Te pasó algo?—La madre de Oscar lo miraba con preocupación.

—No, no quiero asustar ni nada pero me salí de casa, mi madre está loca, quiere dejar a Oscar con toda la culpa mientras a mi y a mis hermanos nos encerró en las habitaciones para no hacer nada contra ella.—El pelinegro habló de manera rápida.

—Esto no es bueno, los ayudaré a ambos, nadie saldrá de esta casa, no abran las ventanas, las cortinas tampoco, si tocan la puerta no abran, estarás aquí un tiempo y después los ayudaré a escapar, todo estará bien y ahora ve a hablar de esto con Oscar, está en su habitación.—La mujer le sonrió y se levantó para ir a la cocina.

Romer se sentía mareado, tal vez eran efectos del miedo, tocó la puerta de la habitación de Oscar y abrió con cuidado.

—¿Que haces aquí?—Oscar preguntó sorprendido.

—Vine por ti, ambos necesitamos escapar de esto, dijiste juntos y ahora lo cumples. No por nada me acabo de escapar de casa solo para venir aquí.

—Si, tienes razón, explícame como está eso de que tú madre está loca. Por favor.

Romer le contó todo el desastre que había ocurrido en su hogar en solo unos días.

—Definitivamente esa mujer está loca. ¿Cómo es que existe alguien así de cruel?—Preguntó Oscar con indignación.

—¡Pienso lo mismo!—Gritó su madre desde la cocina y entró a la habitación para incorporarse a la conversación.—No entiendo cómo es que una madre sea capaz de tratar así a su propio hijo, esta loca, es cruel y dudo que tenga sentimientos.

—Yo también lo dudo.—Dijo Romer.

—Bien, no hablemos de ella. La comida está servida, si quieren más solo pidan. ¡Los espero en la cocina!—Avisó la mujer y salió de la habitación.

—Ven, vamos a comer, intenta calmarte, ella no hará nada en contra de nosotros por qué seremos más inteligentes.—Le dijo Oscar.

—Bueno, ahora vamos que muero de hambre por qué la señora que se hace llamar mi madre no me alimentó por su enojo y orgullo.

Ya estaban a salvo, no podrían esconderse toda una vida pero si unos meses más. Estaban completamente a salvo, no había por qué asustarse, nada se saldría de control. O al menos eso pensaban.

La noche llegó y ambos chicos durmieron al instante, se notaba en sus rostros que no habían dormido ni un poco por la preocupación de que alguno de los dos estaba en una mala situación. Pero ya que estaban juntos sabían que estaban seguros.

Solo unos meses más, no será mucho, deben de soportar si libertad han de desear.
Juntos soportarían esto, solo juntos, solo ellos dos. No había imposibles.

Lastima que la realidad les caería como balde de agua fría.
Nadie esperaría eso y solo faltaban unos días, que en cuestión de segundos pasarían de forma rápida. Ahora quedaba buscar un lugar lejos a donde ir.

Mientras que ellos pensaban que todo mejoraba en verdad todo empeoraba al paso de los días.

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora