XXV🍁

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La mañana había llegado y el sol golpeaba la ventana de la habitación de los chicos.
Romer se levantó y salió de la habitación, no había nadie despierto, así que supuso que todavía la madre de Oscar seguía dormida. No quiso molestar mucho así que se dispuso a hacer el desayuno para los tres.

Después de unos minutos la madre de Oscar salió de su habitación.

—Oh, lindo, pensé que estabas dormido.—A la mujer le sorprendió que Romer estuviera despierto.—Se ve rico el desayuno, deja voy a despertar a Oscar para que venga, ya regreso.—La mujer le sonrió y se dirigió a la habitación de su hijo para despertarlo.

Romer sirvió el desayuno en los platos y los puso sobre la mesa. Listos para ser comidos.

—Buen día...—Habló Oscar con voz ronca.

—Ve a arreglar tu cabello.—Le dijo su madre entre risas.

—Buen día Oscar.—El pelinegro también rió.

—El cabello puede esperar... Espera.—Oscar empezaba a conectarse con el mundo.—¡Hiciste el desayuno!—Se sentó rápidamente en la mesa para apresurarse a desayunar.—Gracias...—Oscar le sonrió a su pareja.

—No hay de que, han hecho mucho por mi y quería agradecerles.—Romer los miró a ambos.

—Por eso no hay problema, yo estoy feliz de poder ayudarte, eres como un hijo más.—La mujer le abrazó y se sentó en la silla.—Pero bien, vamos a desayunar.—Los menores asintieron y desayunaron.

Después de por fin terminar de limpiar los platos sucios los dos adolescentes fueron al pueblo por órdenes de la madre de Oscar.

Ambos habían hecho lo que Lía les había pedido, ya listos para regresar ambos pudieron ver a Jenn. La madre de Romer estaba en el pueblo y no sabían si debían preocuparse o correr de ahí.
Optaron por la segunda opción, corrieron hasta la casa y tocaron a la puerta lo más rápido y desesperado que pudieron. La madre de Oscar los miraba con preocupación pero antes de que pudiera preguntar algo los chicos corrieron dentro de la casa y cerraron la puerta bruscamente.

—Lía...—Habló de forma agitada.—Mamá, Jenn, la madre de Romer, en el pueblo.—Dijo entre varias pausas mientras intentaba controlar su respiración.

—¿Que? No puede ser cierto, esto es malo ¿Crees que te esté buscando?—Le preguntó a Romer.

—No. Es decir, no lo sé.—Le contestó Romer.

—Está bien, lamento decirles que de ahora en adelante nadie entra y nadie sale de esta casa. Solo saldré yo e intentaré no hacerlo, no quiero que les pase nada, los amo a los dos y prometo cuidarlos de Jenn. Ella no tiene sentimientos, es mala.—Dijo Lía.

—Espero y esta tortura no dure para siempre.—Le dijo Oscar.

—No eres el único que espera eso.—Contestó Romer.

—No lo hará, tranquilos, confíen en que todo saldrá bien,—La mujer se dirigió a la cocina para dejar las cosas que les había encargado a los chicos.—Descansen un rato.

En la casa de Romer todo se salía de control. Jenn se había dado cuenta de la ausencia de Romer. Al principio no se le hizo raro, ya que ella misma lo había encerrado, pero después del castigo no lo vió salir y ahora exigía una respuesta.

Jenn tocó la puerta de la habitación de Mark.

—¿Que pasa?—Preguntó Mark recién levantado y para su sorpresa su amada madre le dió una bofetada de buenos días.

—Mark, yo te seré sincera, más de lo que soy. Odio que me oculten cosas, ahora dime ¿Tu y Carlos saben dónde está Romer?—La mujer le miró con odio.

—Primero; Buen día ¿No? Segundo; No, no sé dónde está, el se fue y no eres la única que se dió cuenta, no hay necesidad de venir a golpear sin razón alguna a tu propio hijo.

—Cuantas veces más necesito repetir que no me importa si alguno de los tres es mi hijo o no, no tienen autoridad sobre mi, en cambio yo si de ustedes. Y ahora, más te vale que me digas la verdad, Mark. Las cosas saldrán peor si me mientes...—Jenn le sonrió de manera falsa y se alejó de los pasillos dejando el aire tenso.

Mark corrió a la habitación de Carlos y entró sin avisar.

—¡Jenn está loca! ¿Que clase de persona se comporta como si tuviera el control del mundo?—Se quejó Mark

—Ella tiene el control del pueblo, no se si eso es suficiente para hacerla creer que es de todo el mundo—Contestó Carlos.

—Solo te diré que ha estado buscando a Romer por todos lados. Cómo si en verdad le importara.—Dijo Mark.

—No lo encontrará, quiero decir, el se fué ¿No?—Mark le asintió.—No creo que sea tan idiota para salir y ponerse en riesgo.

—Nunca subestimes a esa señora...

Vaya que tenían razón, todo lo que ella hacía era un plan elaborado, sin ayuda de nadie, solo ella al poder, dispuesta a cualquier cosa solo con tal de salirse con la suya.
¿Que culpa tenían los demás? Ninguna. Ella nunca se preocupaba por el como terminarían las víctimas de sus actos, simplemente lo hacía sin importar los daños.
Jenn era una persona egoísta, solo le importaba ella y solo ella. Ni siquiera sus propios hijos. ¿Que se podría esperar de ella?
Exacto, nada.

Todo lo que estaba por pasar estaba a manos de Jenn ¿Cómo puede existir tanto odio en una persona? ¿Por que nadie la ha detenido aún?

No sé sabe si lo han intentado, tal vez si pero fueron víctimas de su crueldad en un intento de detenerla.
Ella es una amenaza incluso para su familia, tiene en su control todo y a todos.
No tiene ningún límite pero tampoco quiere tenerlo.
Si pensaba arruinar la vida de su hijo lo haría, pero no con el, con su amada pareja si.
Sabía el daño que le causaría pero era su manera de “educar” a su hijo.

Jenn tenía todo un plan, sin sospechas de nadie.

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora