XII 🍁

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Caminaron por unos treinta minutos, hasta llegar una pequeña zona bastante alejada del pueblo, incluso más lejos de la salida del pueblo. Era un montaña con uno que otro árbol. Había sillas de madera, parecía un lugar atrapado en el pasado. Bastante lindo decir verdad.
Había hojas secas regadas por todo el lugar, el otoño estaba más que presente, incluso en los lugares más escondidos, el otoño le daba bastante atractivo a los árboles, les quitaba algunas hojas pero siempre las devolvía antes de irse por completo. El otoño era bastante lindo.
No cualquiera lo aceptaba, así que eso lo hacía único.

—Bien, llegamos.—Dijo el castaño con una sonrisa en su rostro.

—Es hermoso...¿Cómo es que siempre encuentras lugares lindos?—Preguntó el pelinegro asombrado por la belleza del lugar.

—Yo siempre encuentro algo lindo...—Le guiñó el ojo haciendo sonrojar al menor.— ¿De que querías hablar? Yo también tengo cosas por decirte. ¿Quien debería empezar?

—No estoy seguro si en verdad lo quiero decir.—Rió bajo.

—Bueno entonces comenzaré—Oscar fué interrumpido.

—Yo lo hago, te lo diré primero, debés escucharme primero.—Tomó aire.—No tengo el valor suficiente pero aquí estoy... No sé cómo pude llegar a sentir esto, siento algo por ti, sé que tal vez mis sentimientos no sean correspondidos. Soy lo bastante inseguro para poder darme cuenta de lo que siento en verdad, o simplemente no quiero aceptar que desde que mis sentimientos empezaron a notarse me convertí en lo que mi familia más odia. A lo que voy, es que igual tengo miedo de mi mismo, siempre pienso en la manera de cómo poder aceptarme y aceptarte, no estoy pensando mucho las cosas... Lo siento. Lo siento por amarte tanto pero no aceptarlo.—Sin pensarlo se abalanzó hacia el castaño para abrazarlo y este le correspondió el abrazo.

—Todo estará bien...Ahora respecto a lo que sientes, no es necesario que pidas perdón, no es necesario que te preocupes si tus sentimientos no son correspondidos, por qué en verdad si lo son.—Romer abrió los ojos de la sorpresa, no se espera eso.—Yo tampoco sé cómo llegamos a esto, pero lo hicimos y eso es lo que importa. Te ayudaré a aceptar cada uno de tus sentimientos, te ayudaré a no ser inseguro, solo confía en mí, así como yo confío en tí.

—Entonces nuestra historia ha empezado... Cómo un libro, un libro sobre un amor de otoño.

—Si, al igual que las hojas de otoño, se renovarán cada año, se harán más fuertes. El otoño se volverá nuestra época del año, dónde los recuerdos viven. Nada nos quitará nuestro otoño.—El mayor acarició el cabello del pelinegro.

Se quedaron así por bastante tiempo, admirando hasta la más mínima cosa, deseando un otoño infinito, siendo una bonita pareja. Las cosas había dado un giro inesperado, dando lugar a una relación inesperada, sin saber que caminos tomarían, solo estaban juntos, con riesgos y adversidades pero juntos. Eso era lo que importaba.

—Por cierto, olvidé decirte, mis padres regresan hoy así que no nos podremos ver tan seguido, mis hermanos están dispuestos a acompañarme al pueblo, solo para no generar sospechas, es de buena ayuda.—El pelinegro tomó las manos del mayor.

—Me parece bien, sabes que siempre estoy en el pueblo, no es necesario que te preocupes mucho por las fechas. Ahora solo disfruta lo que queda del día conmigo, me gusta este momento.

Romer jugaba con las manos de Oscar y este lo miraba con atención, le parecía tierno. Oscar siempre le prestaba toda su atención, su voz era uno de sus sonidos favoritos, se le hacía linda. Siempre que miraba sus ojos era como ver dos tazas de café negro, cosa que por alguna razón siempre le recordaría al otoño.

El tiempo de regresar a casa ya había llegado, ambos habían regresado al pueblo y estaban listos para irse a sus respectivos hogares.

Romer caminaba por las calles del pueblo, con el afán de buscar a su hermano perdido. Aunque no estaba tan perdido, él lo estaba esperando en la biblioteca, justo donde se habían separado.

—Creí que te habías olvidado de mi, cómo sea, necesitamos irnos ya.—Habló Carlos.

—Todavía es temprano.—Se quejó el mayor.

—Si quieres morir y no valoras tu vida es tu problema, pero yo si lo hago así que vamos.—Le ordenó el pequeño Carlos.—Mañana vienes si quieres, pero nos acompañará Mark, si no te tendrás que esperar para no levantar sospechas.

—Ya... Solo vamos, mañana no vendré al pueblo, tal vez en unos días....Creo que a Mark no le agrada está idea.

—No, no le agrada. Estoy seguro.—Dijo bromeando.

—Necesito hablar contigo, cuando lleguemos. Hoy pasaron tantas cosas.- Soltó una pequeña sonrisa.

—Dime que lo que tienes que decir tiene que ver con tu "amigo"—Hizo las comillas con sus dedos bromeando.

—Puede ser...—Sonrió Romer y el menor explotó de la emoción.—Solo espera a que lleguemos.

—Bueno, fingiré sorpresa cuando me cuentes tu día aventurado.—Rió bajo.

Caminaron hasta llegar a su gran hogar, sus padres no estaban por ninguna parte. No les preocupó mucho, ya que asumieron que estaban en su habitación. Podrían estar cansados después del viaje.

—¡Por fin!—Romer se dejó caer en su cama cansado de tanto caminar.

—Tu quédate ahí, yo voy a la habitación de Mark, necesito confirmar de que nuestros padres llegaron hoy.—Le sonrió y se fué.

Romer estaba lleno de miedo, ya que no sabía cómo podía reaccionar su hermano ante su relación con Oscar. Había dos opciones; lo aceptaba o explotaba de la emoción por algo que de seguro estaba esperando. No reaccionaría de mal gusto pero si molestaría el hecho de pensar que la idea le agradaba. Igual así quería y adoraba a su hermano menor...

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora