XXIV 🍁

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Los adolescentes apenas podían sobrevivir, el miedo los acechaba cada noche, no sabían que hacer si la gente del pueblo los encontraba, no podían ni siquiera pensarlo.
El tiempo pasaba de manera lenta, una especie de tortura para los chicos desafortunados.

En casa de Romer todo daba vueltas, los dos hermanos ya estaban libres por la casa pero todo el ambiente a penas y se mantenían en tierra firme aunque Jenn solía arruinar todo.

—Bien, hay opciones.—Aseguró Mark.

—No, no las hay.—Le contestó Carlos.

—No las hay...

—¿Vivir o morir te parecen opciones?—Mark le negó.—Ya confirmamos que no hay opciones.

—No lo sé, siento como si Romer estuviera en peligro, no sabemos nada de él y me siento vacío, sin sus insultos estúpidos, sin su presencia... Me hace sentir un tipo de preocupación el no tenerlo ¿Entiendes?—Carlos asintió.

—No eres al único que le afectan los días sin Romer. Esto se siente extraño, quisiera regresar al día en el que destruimos a Romer indirectamente y poder callarte antes de que nos escucharan. Solo eso quiero, pero no es posible ¿Tu también entiendes eso?

—Si, lo hago, entiendo todo y siento todo lo que has sentido todos estos días. Ahora, el problema es que siento un sentimiento de culpa, si no hubiera hablado de eso en voz alta... Tal vez si es culpa mía, pero nunca fué una de mis intenciones...—Mark dejó caer una lágrima y rápidamente la limpió.

—Y lo sé, pero lastimosamente no podemos hacer nada al respecto, ya jodimos esto y es la cruda realidad.—Carlos abrazó a Mark.

—¿El volverá?

—Hay pocas probabilidades de que no lo haga... Debemos entender eso ¿No crees?

Y así los dos chicos seguían hablando de lo que sentían ante la ida de su hermano. Todo estaba saliendo mal pero intentaban arreglarlo, creían que podían soportar eso y mucho más, pero todo estaba preparado para solo una cosa que el destino quería y  desgraciadamente para ellos no habría salida alguna.

La hermosa pareja estaba disfrutando de la luz de la luna hablando de cualquier cosa que pudiera distraerlos de los problemas de su alrededor.

—He disfrutado todos estos meses contigo. Nunca creí poder experimentar el amor, y sobre todo con un chico. He disfrutado amarte ¿Entiendes eso? Todavía siento miedo por esto, pero me has hecho olvidarlo...—Romer miró los ojos verdes que tanto lo hacían olvidar.—Te amo tanto. Nunca me había sentido tan comprendido por alguien, nunca me había sentido tan... Amado.

—Oh, cariño, yo también lo he hecho, nunca supe que llegarías a mi vida de esta manera, nunca pensé en que viviríamos de una manera prohibida, he disfrutado cada día contigo, y he amado cada parte de tu ser, disfruto estar contigo y lo haré hasta el último momento de mi vida.

Y si que lo haría.

Ambos adolecentes seguían hablando de lo mucho que habían disfrutado el uno del otro, todo estaba lleno de sinceridad y amor, no había secretos.
La luz de la noche hacia que el momento fuera inolvidable para ambos.
Conversaciones que hablan de amor, de la vida, de los tiempos de antes. Andaban por la noche buscando su escondite para poder decirse las cosas que solo con palabras era posible sentirse. Se perdían en los besos y en el aroma que los caracterizaba a amos.

Si tan sólo hubiera más tiempo para eso. El deseo de poder ser aceptados y dejar de ser buscados. Era algo inevitable pero intentaban poder seguir adelante después de que el pueblo se cansara de buscar.

La madre de Oscar entró a la habitación haciendo sorprender a los adolescentes.

—Lamento interrumpir, solo quería preguntar si mañana pueden ir al pueblo por unas cosas, es algo rápido.—Preguntó la mujer.

—Si, supongo que sí.—Habló Romer.

—Está bien.—Le dijo Oscar.

La mujer se retiró del lugar para dejar a los dos chicos seguir en su mundo.

—La luna es hermosa ¿No lo crees?—Preguntó Romer.

—Si, lo es...—El mayor abrazó al pelinegro.

Ambos chicos seguían admirando la luz de la luna mientras palabras de amor salían de sus bocas. Un amor en silencio se guardaba en las paredes de esa casa.

—Me quedaré contigo para siempre, siempre estaré detrás de ti y no te dejaré solo. Pase lo que pase.—Le dijo Oscar.

Las estrellas eran testigos de las palabras sinceras y cálidas que se perdían en la noche fría.
Una vez más estaban en su propio mundo, las lágrimas se habían retenido por algunos días, desgraciadamente para ellos sus sentimientos eran obligados a esconderse en el silencioso corazón. Todavía no eran lo suficientemente libres para amar.

—Vives en mis sueños y pensamientos... Te amo tanto.—Romer sonrió.

—Me gusta verte sonreír...—Oscar acarició el cabello de Romer.—Yo también te amo y te diré con seguridad que eres la única persona por la que he amado de esta manera.—El mayor se acercó para besar los labios de su chico.

Se perdieron entre besos y palabras lindas por lo que quedaba de la noche. Una buena noche a pesar de la situación que estaban viviendo.

El bonito aroma a café que siempre se apoderaba de Romer era uno de los mejores para Oscar.
El aroma a menta que se apoderaba de Oscar era uno de los favoritos de Romer.

Una mezcla algo particular pero linda. Era algo que no podían estar juntos por los gustos de la gente pero de igual manera hacían buena combinación de alguna extraña manera. ¿Comprenden? 

La bella noche, la luna y las estrellas hacían presencia eterna para el momento que vivían los dos jóvenes.
Mientras que las palabras de romance que se perdían en el aire, recorrían el pueblo con el fin de ser escuchadas y poder ser aceptadas, sin silencio, sin secreto, sin... Ser prohibido.

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora