XI 🍁

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Oscar estaba en su pequeña casa, sentado en una de las sillas del comedor, con una taza de café en mano. Su madre entró con un vestido bastante lindo.

—Que bien que despertaste cariño, estaré todo el día en la panadería, ¿Tu saldrás hoy? Te ves bastante bien, dime quién es ella.—Su madre estaba sonriendo.

La mujer transmitía confianza y seguridad, ¿Oscar podía serle sincero?

—Mamá...—Su madre lo miró con intención de que siguiera hablando.-—No es "ella", él es un chico, es mi nuevo amigo, lo conocí en uno de mis turnos en la panadería, fué bastante amable conmigo...—A la mujer no se le borró la sonrisa, parecía que se hacía vuelto más grande.

—¡Cariño es perfecto! No puedo creerlo, necesito conocerlo. Se ve que que te importa mucho.—La mujer abrazó a su hijo.

—Por alguna razón pensé que ibas a reaccionar de mala manera...—Le correspondió el abrazo a su madre.—Pensé que me darías una y mil razones por las cuáles no debía ser amigo de un chico.—Soltó una risa baja.

—Cielo...Soy tu madre y una madre siempre debe apoyar a sus hijos, eres todo lo que tengo, si, el pueblo y sus ideas, pero eso no quita que seas mi hijo, no importa si eso va en contra de esta sociedad, incluso si él te gusta, yo te ayudaré a que todo salga bien, siempre te he apoyado y lo haré, de la manera que sea. No pienses que por ser de tal forma te voy a dejar de querer y cuidar ¿Está bien?—Oscar asintió y la abrazó más fuerte.—Cuéntame más de él, te escucharé.

—Se llama Romer, es alto, ojos cafés, es un poco inseguro de sí mismo, tiene dos hermanos y es de clase alta, su madre piensa muy diferente y soy su primer amigo.

—El chico se escucha lindo. Ahora, ¿Que tipo de madre es esa?—Su madre hablaba ofendida—Y otra cosa... A cómo dices que es su madre, estoy segura que si llegase a enterarse lo tuyo con su hijo, jamás lo volverás a ver. Ten cuidado con eso, uno nunca sabe cómo es la gente de mayor clase, son capaces hasta de poner un pueblo entero en tu contra. Solo tengo cuidado con eso ¿Si?—Oscar afirmó con la cabeza.—Ahora me tengo que ir a la panadería, ahí hay un poco de comida, si necesitas algo solo avísame. ¡Nos vemos!

Oscar estaba estático en la silla, acabando de procesar todo lo que su madre habia dicho.

Se terminó de alistar y comer para poder irse a perder al pueblo y encontrarse con el chico pelinegro. Tenía una idea de dónde estaría un aficionado a la lectura.

Salió de su casa y recorrió el bosque como de costumbre, una trayectoria corta. Tarareaba una canción con un ritmo inventado mientras pensaba en cómo podía sacar el valor de declararle a sus sentimientos a Romer, a pesar de la adversidades se decidía a hacerlo, sin saber lo que pasaría después, y sin siquiera pensarlo. Solo lo haría, por que él, su mente y corazón lo querían.

Romer había llegado al pueblo junto a su hermano y recorrían las calles de este

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Romer había llegado al pueblo junto a su hermano y recorrían las calles de este. Todo saldría bien si eran cuidadosos, así que no tenían mucho problema con eso.

—¿Pondrías decirme exactamente a dónde vamos?—Preguntó el menor.

—No tengo idea, no se dónde se supone que encontraría a Oscar, hay dos opciones. La primer es ir a la panadería. Y la segunda es ir a la biblioteca. Son los únicos lugares a los que va.

—No ayudas. Piensa, a ti te gusta leer ¿No? —El mayor le asintió.—Ahí está tu respuesta, pero si quieres también pasamos a la panadería, muero de hambre.

—Está bien, pero rápido. Mientras yo busco a Oscar, tu compras tu pan.

—Trato.

Llegaron a la panadería y el menor entró a ella lo más rápido que pudo, mientras que el pelinegro buscaba con su mirada a su hasta entonces amigo. Una mujer que estaba atendiendo se le acercó con el afán de hablar.

—Disculpa, ¿Puedo ayudarte en algo?—Preguntó en tono amable.

—Oh, solo espero a mi hermano, no se preocupe.—Le sonrió.—Aunque pensándolo bien, si me puede ayudar. Busco a un chico de cabello castaño, ojos verdes, se llama Oscar ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?

—Tu eres su amigo ¿No? ¿Romer?—El menor estaba sorprendido de que la mujer supiera de su existencia y sobre todo, que supiera su nombre.—Es mi hijo, me habló de tí, no pensé encontrarte aquí.—Le sonrió amablemente.—Hoy se veía tan lindo para verte, se ve que le importas, pero respondiendo tu pregunta, el puede estar en la biblioteca.—La mujer no quitaba su sonrisa de su rostro y por alguna razón le transmitía bastante confianza y seguridad.

—Gracias, un gusto conocerla, ha sido muy amable.—Le dedicó una sonrisa.

—El gusto es mío, pequeño.

—Listo, vámonos.—Era el pequeño Carlos.

—Que les vaya bien, cuida de Oscar por mi.—Esa mujer era bastante amable.—Pueden venir cuando quieran.—Se despidió de los menores para seguir con su trabajo.

Ambos chicos salieron de la panadería y caminaron hacia la biblioteca.

—¿Quien era ella?—Preguntó Carlos.

—La madre de Oscar.

—Se veía demasiado amigable, me cayó bien. Volveré a la panadería solo para hablar con ella, siento que me entendería.—Bromeó.

—Haz lo que quieras, ahora, necesito que te vayas y te pierdas lo que queda del día para yo poder estar de lo mejor con mi amado amigo.

—Novio.—Lo corrigió y el mayor solo le golpeó el hombro.—Está bien. Tu “amigo”

—Si. Ahora vete.

—Gracias, yo también te amo. Nos vemos.—Carlos desapareció entre las calles del pueblo, dejando a Romer con su corazón latiendo a mil, estando a punto de entrar a la biblioteca y contarle su mezcla de sentimientos a Oscar. Lo normal ¿No?

Entró a la gran biblioteca y busco entre los pasillos a su amigo. Se podía perder fácilmente, siguió buscando hasta que llegó a una tipo sala, era un lugar para leer tranquilamente. Y ahí estaba su amigo, sentado hasta los últimos sillones.

Se acercó y tomó asiento a lado de el.

—Pensé que te habías perdido.—Bromeó Oscar.

—No del todo, primero fuí a la panadería y me encontré con tu madre, es bastante amable.

—Esperaba todo menos eso.—Rió bajo.

—¿Podemos salir de aquí?—El asintió le asintió con la mirada

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora