IV 🍁

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Caminaron hasta llegar a un gran bosque donde el otoño se hacía mucho más presente de lo que ya estaba. Había un pequeño puente y varios caminos. Llegaron a una especie de barda hecha de piedras, era lo bastante pequeña para poder sentarse y disfrutar de la vista del hermoso bosque.
A ambos les gustaba compartir su tiempo mutuamente. Era una amistad bastante linda, habían perdido el miedo a ser juzgados, aunque Romer todavía lo sobre pensaba las consecuencias pero todo desaparecía cuando a su lado estaba el castaño.

—Y bueno... La primera vez no me hablaste mucho de ti.—Habló Oscar.—Dijiste que te gustaba escribir.¿Has pensado en escribir tu propio libro?

—Antes lo pensaba hacer pero mi madre me alejó los pensamientos... A veces escribo pero no con la intención de hacer un libro. Mi creatividad no da para mucho.—Dijo entre risas bajas

—Puedes hacerlo de manera anónima. Es solo una opción.—Miró al menor con cierta ilusión.

—No creo que alguien quiera leerlo. Últimamente las bibliotecas han estado vacías.

—Yo lo leería.—Dijo sin pensarlo—Es decir, jamás he leído algo tuyo pero dudo que sea malo.

—Lo pensaré. Ahora tú cuéntame de ti.

Se bajó de aquella barda dispuesto a irse a otro lugar y con la intención de que el castaño lo siguiese. Lo cuál así fué.

—Antes solía dibujar e igual escribir poemas, salir a caminar por este tipo de bosques. En si mi vida no tiene mucho sentido.-- Respondió Oscar.

Romer no respondió. Estaba perdido admirando el bosque otoñal que los rodeaba.

—¿Tanto te gusta el otoño?—Preguntó Oscar.

—Si, es mi época favorita, no hace tanto frío pero tampoco hace tanto calor. Simplemente es perfecto.—Dijo mientras pisaba un poco su realidad.

—Si, muy bonito pero ¿Nos podemos sentar ya? Caminamos por mucho tiempo y todavía lo seguimos haciendo.—Se quejó el mayor.

Romer se limitó a contestar, se sentó y se recostó en las piernas del castaño. Justo como la primera vez.
Estaban ambos sumergidos en un silencio cómodo, estaban en su propia burbuja mental. Uno disfrutando la época y el otro disfrutando de su compañía.

—¿Podrías volver mañana al pueblo?— Preguntó Oscar rompiendo así con el silencio.

Para este momento ambos ya tenían su alma y su cuerpo juntas.
Ambos se levantaron y se miraron mutuamente.

—Si. ¿Por?—Habló con curiosidad el menor.

—Nada, solo quiero pasar tiempo contigo. Es todo... Claro si tú no quieres no importa.—Sus palabras fueron interrumpidas por la voz de Romer que para ese entonces ya se había vuelto demasiado adictiva.

—Mis padres no estarán aquí por muchos días o semanas... Podríamos estar todo el día.

—Me gusta la idea. Y ahora tengo que volver a la panadería, hoy me toca ayudar. Nos vemos mañana en la mañana en la panadería.—El menor asintió y Oscar se fué.

Romer se sentía feliz al saber que vería más seguido al castaño. No sabía ni cuándo ni como pero ya le había tomado bastante aprecio. Decidió irse a casa con una sonrisa en su rostro.

Romer se encontraba subiendo las escaleras de su casa para poder ir a descansar aún con el castaño en su mente

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Romer se encontraba subiendo las escaleras de su casa para poder ir a descansar aún con el castaño en su mente. Pero eso no pasó, ahí se encontraba su hermano mayor, parado en frente de él. Ya sabía lo que iba a preguntar solo faltaba que sus oídos lo escucharan.

Antes de que el mayor hablara lo que sea que fuera a decir, Romer lo interrumpió.

—No te pienso decir nada. Aléjate.—Empujó a su hermano para poder ir, ahora sí a descansar.

Y así fué, cayó en un sueño profundo.

Al día siguiente sus hermanos lo llenarían de preguntas y no podía evitarlo como si nada pero tampoco se le pasaba por la mente algún escenario falso que no incluyera a un chico guapo.
Bajó las escaleras y entró a la cocina. Cómo era de esperarse ahí estaban sus dos hermanos, mirándolo con toda la intención de saber quién era la persona que se estaba adueñando sus tardes en el pueblo.

—Cuéntame de ella.—Habló el mayor de todos. Mark.

—O el.—Habló el menor de ambos. Carlos.

—No es nada de importarles. Ahora, largo de aquí los dos, necesito tener una mañana tranquila por primera vez.—Dijo Romer con una mirada todavía dormida.

—Aburrido.—Soltó Carlos.

—De esta te salvaste pero un día de estos nos tendrás que contar.—Dijo el mayor para después irse y perderse entre los pasillos de la gran casa.

—Lo que digan. Idiotas.

—¡Sé que nos amas!—Gritó desde las escaleras Carlos.

Su mañana sería demasiado larga...

Estaba dispuesto a irse otra vez al pueblo. Con el afán de encontrarse a Oscar por "accidente" así que subió a su habitación y se alistó para ello.

La puerta se abrió de golpe y dos individuos a quienes llamaba sus hermanos estaban mirándolo con demasiada curiosidad. Romer blanqueó los ojos y se dispuso a tratar de ignorarlos.

—¡Cuéntanos de ella!—Habló casi rogando Mark.

—O el.—Corrigió el menor de ambos. Mark lo miró mal.—¿Porque me miras así? Uno nunca sabe.

—Lo que digas, pero enserio cuéntanos, Romer.—Romer negó con la cabeza y les dió la espalda.—Vamos, a este paso me matarás de la duda.

Romer tomó sus cosas y se fué de su habitación dejando a sus hermanos ahí.

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora