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La larga noche había pasado, Carlos y Mark habían pasado la noche en casa de Lía. Ninguno pudo dormir por la falta de sueño y por el desgaste mental que habían tenido esa noche.
El desayuno estubo en silencio y el aire tenso seguía ahí desde la madrugada.

Hubo un ruido que despertó a los tres. La puerta estaba siendo tocada por alguien.

Los hermanos y Lía se miraron mutuamente,  Lía se dispuso a abrir la puerta y la volvió a cerrar de golpe. Su rostro se veía pálido como si hubiera visto algún fantasma.

—Mark abre tú. Creo que estoy soñando.

Mark abrió la puerta y pudo jurar que se había desconectado de su cuerpo.

Ahí estaba Romer. En frente de ellos, cuando debía estar en el pueblo cercano.
Romer tenía uns mirada cansado y deprimido por todo.

Lía hizo entrar a Romer a la pequeña casa y sirvió un vaso de agua para el.

—¿Que te pasó? ¿Te hicieron algo?—La mujer buscaba alguna herida en el cuerpo del menor pero se veía ileso de cualquier daño.

—¿Dónde está el?—Romer bajó la mirada al piso.—¿Está bien? ¿Verdad?—De los ojos de Romer empezaban a salir lágrimas infinitas.

—No sabemos nada de él... Solo se lo llevaron, mamá lo hizo.—Las palabras de Mark terminaron de destruir el corazón de Romer.

El pelinegro a penas y podía asimilar lo que le había sucedido. ¿Por qué de tantas personas tenía que ser Oscar? ¿Por qué su madre era capaz de hacer ese tipo de actos?

Solo quería dormir para siempre y volver a encontrarse con su único amor. Con la única persona que vivió en sus pensamientos.

Si meses antes le hubieran dicho a Romer que se enamoraría de un chico y  estaría llorando por su perdida no lo hubiera creído o tal vez hubiera muerto del hecho de pensarlo. Pero nunca se imaginó en esta situación.

—Volveré a casa.—Se decidió Romer.

—No debes ir ahí y lo sabes.—Le contestó Carlos.

—Pueden quedarse aquí los tres el tiempo que sea necesario.—Les ofreció la mujer amablemente.

Se podría decir que Lía había adoptado a los hermanos, cuidaría de ellos como unos verdaderos hijos hasta que ellos decidieran irse.

Romer estaba recostado en la cama que alguna vez le había pertenecido a su amado cuando alguien tocó la puerta.
No se levantó, solo permaneció en el lugar, sumergido en sus recuerdos ahogados.

—Lindo, llegó está sobre con una carta adentro, no sé de quién sea pero tiene tu nombre. Saldré con Mark y Carlos al pueblo, si quieres salir hazlo, trata de distraerte. Todo estará bien... Sin el las cosas son diferentes y será difícil pero yo creo en ti y se que seguirás con tu vida, justo como el quería que lo hicieras.—Lía le dejó un beso en la frente y salió de la habitación.

Romer se levantó de la cama para intentaré hacer lo que su nueva madre le había dicho.
Después de unos minutos salió de la casa y se dirigió al lago donde se había encontrado con Oscar por primera vez. Los recuerdos habían vuelto a su mente y eran hermosos.

Se detuvo a ver el sobre y sacó la carta para verla con atención.

La carta parecía arrugada, como si alguien la hubiera escrito de forma apresurada o con desesperación.
Sus ojos se abrieron como dos platos de porcelana al leer unas cuantas palabras de aquella carta. Sabía de quién se trataba.

Tus ojos son hipnotizantes ¿Lo sabías?

Miró el cielo y siguió leyendo.

Cariño, no sé que haya sido de mi después de esto, no estoy seguro de lo que pasará, tampoco estoy seguro de que te llegue está carta pero si llega a ser así trataré de expresarme lo mejor que pueda.

El inicio del otoño fue una de las mejores fechas para ambos, y todos los días siguientes se sentían como el primero.

Nuestro libro que creamos sin intención llegó a su fin, tal vez no de la mejor manera pero existió eso que pocos encuentran. Amor.

Éramos destinados a estar juntos pero no era aceptado.

Creo que el otoño nunca será para siempre, se acaba al igual que lo que alguna vez fué, ha sido una despedida dolorosa bello chico de café, tantas aventuras juntos y tantas experiencias, el otoño fué lo suficientemente largo para vivirlas contigo, amor, trendrás  que buscarme en cada estrella frente a el lago,  en cada bosque de otoño.
Yo te buscaré en tus sueños, y volveremos a esas noches oscuras dónde compartíamos la mejor compañía.
Mantén en tu mente nuestros recuerdos que vimos juntos.

Ahora todo está en ruinas, nuestro mundo se ha derrumbado pero a pesar de eso sigues de pie.

Gracias por sostener mi mano hasta el último momento, gracias por no dejarme solo a pesar de todas tus inseguridades y miedos.

Gracias por compartir el otoño conmigo.

Ahora lamento tener que dejarte solo cuando te juré no hacerlo pero recuerda que dije que te cuidaría y jamás dejaría que algo te pasara y lo cumplí.

Pero desgraciadamente no a tu lado.

En otra vida nos encontraremos para vivir lo que no vivimos en esta, viviremos nuestro romance sin tener que huir y sin tener que callarlo, te lo prometo, amor.

Nuestro libro dió fin pero no te preocupes por el  trágico final.
Después de todo recuerda que no todas las almas gemelas pueden estar juntas...

Quema está carta y deja ir las cenizas junto a mi, sigue con tu vida, querido chico de café.

Te amo.
–Oscar.

Romer estalló en lágrimas pero sabía lo que tenía que hacer.
Miró el cielo de la noche, miró las estrellas y la gran luna.

—En otra vida, amor... Te buscaré en cada otoño, en cada estrella, en cada noche y en cada lugar que hayamos visto juntos. Supongo que después de todo el otoño nos pertenece... Gracias a ti me he apoderado de el lindo olor a café que te gustaba. Supongo que todo fue muy lindo mientras duró, supongo que debo dejarte ir, justo como este otoño.

Romer miraba el cielo oscuro con la esperanza de compartir el mismo cielo con su amado. Hablaba al aire con el deseo de que esa voz que tanto amaba volviera a responder.

—Te amo y lo haré siempre. ¿Tu también lo harás?

Y sin esperar respuesta alguna Romer quemó la carta, las cenizas desaparecieron en el aire y Romer abandonó el lago, con una sonrisa le dió la espalda pero volvió a darse la vuelta solo para volver a decir al aire.

—Hasta nuestra próxima vida, amor.... Hasta entonces...

Y así caminó hasta su ahora hogar, para sentarse en las pequeñas gradas y admirar las estrellas, como si Oscar fuera una de ellas.

La última página del libro había llegado a su fin, sin un felices por siempre y sin un final feliz.
El libro se había cerrado, encerrando todos los recuerdos y aventuras de los dos amantes del otoño y la noche.

Todo había terminado, su amor se había atrapado en el otoño y dando así a:

El final del otoño.

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora