CAPÍTULO 8

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Después de un fin de semana bastante tranquilo y de haber completado todos sus deberes de la semana, Hyungwon se sentía fresco y listo para iniciar con su tercera semana de escuela.

Como había estado haciendo los últimos días, se levantó muy temprano, se duchó, se cambió, se colocó sus pupilentes y se puso sus gafas, esta vez eligió un par menos... llamativas. Se miró al espejo y salió de su cuarto. Sus padres no estaban en casa, pero su madre le había dejado preparado el desayuno junto con una nota donde le explicaba que habían tenido que salir de emergencia. Sonrió. A pesar de que sus padres seguían ausentándose seguido, ya no tenía esa sensación de estar solo, ahora estaba seguro que de necesitarlos ellos estarían ahí para él.

Así que, se apresuró a tomar su desayuno y salió rumbo al colegio, esta vez se iría en su bicicleta porque quería tener más tiempo para estar en la biblioteca. Al llegar, dejó su vehículo donde siempre y la aseguró. Iba caminando pensando qué libro escogería esa mañana, pero al pasar por la cancha de baloncesto sintió una especie de llamado que no pudo ignorar.

Entró a hurtadillas y se extrañó al ver un balón en medio de la cancha, comprobando que no hubiera nadie, se dirigió al objeto y lo tomó con ambas manos. Le pareció extraña su forma, como si nunca antes hubiese tocado un balón como ese. Lo palpó y lo botó haciendo eco en todo el espacio, cerró los ojos y, por primera vez en mucho tiempo, dejó que los recuerdos llegaran a su mente. Pudo verse en su antigua escuela dirigiendo a su equipo, jugando contra otros equipos y sintiendo la adrenalina del momento. Pudo experimentar de nuevo los sentimientos que lo embargaban cuando anotaba una canasta, cuando hacía un tiro de tres puntos, cuando hacía los pases necesarios y sobretodo, cuando ganaba los torneos.

Sin dudarlo más dejó su mochila a un lado y corrió con el balón, lo hizo como cuando faltaba menos de un minuto para terminar y solo tuviera una oportunidad para anotar. Saltó lo más que pudo y lo logró, consiguió anotar una canasta de un punto. Tomó de nuevo el balón y se colocó en la línea de tres, brincó y lanzó, el balón pasó a través del aro y anotó tres puntos, lo hizo una, dos, cinco, seis, siete veces más y anotó todas de tres puntos.

En ese mes que llevaba en la ciudad, nunca se había sentido tan bien como ahora. Recordó por qué amaba el baloncesto, correr y tener el control del balón siempre le habían hecho sentir que tenía el control de su propia vida, por eso es que tenía tanta confianza anteriormente, se sentía indestructible... hasta que pasó lo que pasó...

Después de lo que le hicieron sintió que ya no tenía el control de nada ni la confianza para volver a pisar la cancha, muchas veces intentó volver a jugar, pero nunca conseguía concentrarse lo suficiente, era como si el balón no estuviera en sincronía con él, como si no le quisiera obedecer.

Frustrado por esos recuerdos lanzó el balón con todas sus fuerzas y un gran estrépito llenó todo el lugar, se dejó caer en el suelo y dio un grito de frustración y enfado, odiaba que su vida hubiese cambiado tan drásticamente de la noche a la mañana en especial, se odiaba a sí mismo por no haberlo evitado. Se cubrió el rostro con sus manos y reprimió salvajemente las lágrimas que amenazaban con aparecer, se pasó ambas manos por su cabello peinándoselo, agarró su mochila y salió de la cancha lentamente sin sospechar que un chico Moreno, desde las sombras lo había estado observando desde que llegó.

Después de haber estado leyendo un buen libro de poesía Hyungwon salió de la biblioteca. Reflexionando sobre un poema en especial cruzó el gran pasillo de la escuela y al llegar a la fuente del patio, vio que varios estudiantes se amontonaban en un lugar específico, al parecer estaban rodeando a alguien, pero no pudo ver de quién se trataba. Solo escuchaba a algunas chicas decir "Qué guapo es" "Su sonrisa es la sonrisa más dulce que haya visto" "¿En cuál salón estará?" De acuerdo a esos comentarios pudo deducir que hablaban de un chico nuevo. Sin darle importancia al asunto se dirigió a su salón, cuando llegó se sentó en su lugar haciendo caso omiso de las pláticas de sus compañeros y se dio cuenta de que su amigo aún no había llegado. Le pareció un poco extraño, pero todavía tenía tiempo para llegar puntual. Estaba leyendo un libro cuando una voz lo sobresaltó.

By my sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora