Capítulo 8: Salazar Slytherin

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Severus arqueó una ceja, ¿por dónde empezar? Era una pregunta tan simple por sí sola, pero aquí y ahora... era más complicado que nunca. Habían pasado muchas cosas, y no era una buena historia que contar. Se quedó pensativo durante unos diez minutos, sin ver a Salazar cada vez más derrotado y enfadado por la situación. Tuvo que evitar estallar, enfureciéndose con ellos no conseguiría su respuesta. Así las cosas, su heredero se estaba quedando dormido en el sillón y el de pelo negro, Severus Snape parecía estar contemplando qué decirle.

Severus concedió que muy probablemente tendría que contarle todo al mago, si algo sabía de los Slytherin era que no aceptaban medias respuestas ni excusas. Indagaban hasta encontrarlo todo o se aseguraban de que alguien no estuviera ocultando algo. Se volvió hacia Harry para encontrarlo dormido, con el plato vacío precariamente inclinado sobre el sofá. Sin pensarlo lo desterró a las cocinas, y luego se enfrentó de nuevo a Salazar Slytherin. Se negó a pensar en lo pacífico y angelical que parecía Harry dormido. Despierto tenía una carga tan grande sobre él, una que no debería llevar solo, pero lo hacía.

-Tu heredero desató el basilisco sobre una indefensa estudiante mestiza de Slytherin. Una chica que hasta el día de hoy sigue rondando el baño de arriba donde murió. Todavía no entiendo cómo se produjo su muerte. Hogwarts iba a ser cerrado, cuando su heredero se enteró de esto, inmediatamente trató de rectificar sus precipitadas acciones. En su lugar, culpó a un mago medio gigante, Hagrid, o más bien a su mascota. Posteriormente, Hagrid fue expulsado de Hogwarts y éste permaneció abierto, todo el mundo lo escondió bajo la alfombra y continuó como si nada hubiera pasado- dijo Harry con los ojos aún cerrados, evidentemente no dormido. -El profesor de Transfiguración de la época, Albus Dumbledore convenció al entonces director Dippet para que le permitiera quedarse. Cosa que hizo como cuidador, viendo como un alumno tras otro aprendía a aprovechar su poder e incapaz de hacerlo él mismo por algo de lo que no tenía culpa-.

A Severus le gustó la forma en que Harry hablaba; nunca le había oído hablar así. Era la de un adulto maduro, no la de un chico de dieciséis años. Le estaba diciendo cosas que ni siquiera él sabía. ¿Así que la chica del baño, Myrtle, había sido la primera víctima de Voldemort?.

-Después de eso, su heredero comenzó a hacerse tan inmortal como pudo. Asegurándose de que no pudiera encontrar su muerte. Por el camino, matando a todo lo que se interponía en su camino, lo que provocó un rastro de personas y criaturas inocentes a su paso-, dijo Harry abriendo los ojos, -Todo en nombre de terminar la noble obra de Salazar Slytherin, purgando el mundo de los Sangre Sucia. No sólo de los nacidos de muggles, sino de las líneas de sangre pura de largos años... cientos de brujas y magos han tenido un final terrible y nuestro mundo pende de un hilo. Sólo un pequeño grupo de magos intenta frenarlo, pero no lo consigue. El mundo mágico británico está en crisis, si no acabamos con él pronto, el mundo tal y como lo conocemos perecerá. Todos esclavizados a Voldemort, o asesinados e inevitablemente no quedará más que fuego, ruina y destrucción de lo que se construyó ladrillo a ladrillo y con puras intenciones-.

Salazar lo miraba horrorosamente hipnotizado por sus palabras, estaba anonadado. Ni siquiera pudo enfadarse, estaba demasiado desconcertado, ¿su obra? ¿Su trabajo? ¿Qué demonios era eso?.

Severus se estremeció, Harry estaba desnudando su alma, y la suya con ella. Él también pensó en lo que pasaría si no lograban vencer al Señor Tenebroso. No era un panorama bonito, y francamente lo dejaba aterrado. Por eso seguía espiando; no quería ver cómo un mago malvado acababa con el mundo mágico. Que por cierto se había acercado mucho más de lo que nadie lo había hecho antes. El hecho de que este joven supiera... lo que podía pasar le hundió el corazón. Ningún joven de dieciséis años debería tener ese tipo de cosas en su mente, sintió que en lo más profundo de su alma se agitaba la lástima como nunca antes había experimentado. A Harry le habían dicho que tenía que detener al Señor Tenebroso, lo que significaba que probablemente pensaba... cada muerte que se acumulaba sobre sus hombros. Saber lo que el Señor Tenebroso pretendía hacer... y luchar contra él, sabiendo lo que vendría si fallaba... tenía que ser aterrador. Sin embargo, no había hecho nada para ayudar, en su lugar se había burlado, despreciado y ridiculizado a un chico que ya tenía demasiada presión encima. El asco que sólo había sentido por su abuelo, su padre y James Potter le invadía. Tenía que enmendar su error; de alguna manera, tenía que ayudar a Harry. Dudaba que alguna vez saliera una disculpa de sus labios; esas palabras no le resultaban fáciles. Admitir que se había equivocado... lo mataría, saberlo ya era bastante difícil. Juró que haría lo que fuera necesario ayudar a Harry a derrotar al monstruo de una vez por todas. No sólo eso, sino ayudar a soportar la carga para que él no tuviera que hacerlo solo.

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