Capítulo 26

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-Lo has hecho muy bien hoy-, comentó Salazar desde el retrato, mientras Harry abría la puerta del dormitorio. -De hecho, en unas semanas más diría que estás listo para el nivel de Maestría-, observando cómo Harry cojeaba hacia el sofá y se sentaba, haciendo una mueca de dolor cuando sus músculos se sacudían al arrojarse al suelo. Cuando bajaron por primera vez a la cámara, sólo podía aguantar un duelo durante al menos veinte minutos antes de empezar a cansarse... y sin olvidar que se le acababan los hechizos que conocía. Ya no se podía decir lo mismo, él y Severus llevaban más de dos horas de duelo.

-Eso no me reconforta ahora mismo-, dijo Harry, mirando el retrato antes de desplomarse aún más en el sofá, agotado más allá de la resistencia.

-No debía hacerlo-, le dijo Salazar sin rodeos.

Harry se limitó a sonreír divertido por la conversación directa y sin rodeos de Salazar. No era nada si no era honesto y Harry tenía que admirar eso. La ducha que había tomado ni siquiera le había quitado el cansancio, esperaba que el hecho de estar sentado aquí el resto del día junto a la chimenea le ayudara.

-Deberías haber escuchado a Helga-, dijo Rowena, mirando a Harry con diversión sin sentir sus dolores. No cuando había desestimado sus consejos sobre lo que debía hacer, habían vivido en una época en la que lo hacían casi todo a pie y ni siquiera montar a caballo era algo sencillo. La gente de aquí y de ahora lo tenía mucho más fácil, pero esa no era la cuestión.

-¡Yo sí, hago ejercicio!- retumbó Harry quejándose.

-No es el horario que sugerí-, señaló Helga sonriendo dulcemente.

-Al menos has dejado de lanzar el encantamiento desarmante primero- afirmó Salazar bruscamente, cambiando de tema. Esa había sido una de las primeras cosas en las que se había fijado cuando se enfrentaban a duelos, Severus también lo había hecho pero ya conocía ese dato. De hecho, ahora Harry rara vez lanzaba el hechizo, ya que tanto él como Severus se habían enfadado con él por ello. Era como ponerse una diana en la espalda, si los que estaban en tu contra podían anticiparse a tu movimiento también eras un blanco fácil.

-Que sí-, comentó Severus, entrando por el dormitorio, con el pelo también mojado por la ducha.

Harry puso los ojos en blanco, el hechizo le había salvado la vida así que le había cogido bastante gusto ¿y qué? Además había sido el único hechizo que realmente conocía, el único hechizo defensivo real. Ya no era el caso, así que no se sentía tentado a usarlo todo el tiempo cuando hacía duelos. Había aprendido mucho aquí abajo y se alegraba mucho de haber pensado en negociar con Severus para que le enseñara lo que sabía para ello. Porque si no hubiera utilizado al basilisco como cebo, no habría encontrado este pedacito de cielo. También dudaba que él y Sev tuvieran la relación que tenían. Aquí abajo el colegio, Voldemort y todo lo demás no importaba... había notado que las cosas cambiaban cuando subían. Por eso no quería que esto terminara nunca, quería quedarse aquí abajo para siempre, mantener a Severus para él.

-Puedo oler tu cerebro ardiendo, trata de no pensar demasiado-. Le dijo Severus a Harry mientras se sentaba.

-Ha, ha, ha- dijo Harry sonriendo divertido, a pesar de su dolor.

-Supongo que no visitarás a los Weasley el día de tu "cumpleaños"- el sarcasmo adornó las palabras ya que técnicamente no era el cumpleaños de Harry, esa fecha había pasado. Diablos, estaba más cerca del decimoctavo cumpleaños de Harry que de retroceder al decimoséptimo.

-No, pero creo que Ron vendrá a Hogwarts... Remus también- dijo Harry pensativo, aunque sería bueno verlos odiaba la idea de subir. Le estaba resultando más fácil controlar su temperamento a medida que se concentraba aún más y superaba las etapas de principiante de Oclumancia. Severus había sugerido que siempre sería fácil de enfadar debido a su magia. Él no era tan poderoso como Severus, así que no creía que eso fuera cierto, pero lo único que podían hacer era esperar y ver.

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