HAUNTED JADED EYES

Capítulo 22: Dumbledore's at Gringotts and Harry's Talking to Ron

Albus Dumbledore se dirigió a Gringotts; era temprano, así que no había casi nadie, sólo unos cuantos magos y brujas holgazaneando. No les prestó atención, sino que se dirigió a un cajero, tratando de no explotar violentamente. No podía creer el ultimátum que Arthur Weasley le había dado. Después de todo lo que había hecho por esa familia, dándoles dinero para que sus hijos pudieran asistir a Hogwarts, asegurándose de que obtuvieran becas para conseguir cosas de Hogwarts, ¿y así era como le iban a pagar? ¿Rompiendo todos los lazos con él como si fuera alguien tan fácil de descartar? Oh no, si Arthur y Molly hacían eso, pues sus vidas se complicarían cada vez más en los próximos años.

Nadie lo despide sin consecuencias pensó Albus salvajemente, mientras finalmente se acercaba al cajero.

-¡Necesito hablar con Griphook, inmediatamente!- Albus mordió con sequedad, no estaba de humor para bromas, especialmente con los duendes. En su opinión, le parecía que la culpa era de ellos, criaturas estúpidas. No podía perder a los Weasley, sin ellos, sabía que los demás de la Orden empezarían a vacilar de su lado. Los necesitaba, de su lado, con la esperanza de que repudiaran a la chica, y seguramente sabían que era lo correcto. Tenía demasiado que hacer él mismo, sin casarse con la chica. Desde luego, no quería pagarle la matrícula de Hogwarts, y las cosas que necesitaba para Hogwarts este año. Tenía una Orden que dirigir, lo que requería dinero, algo que ya no podía obtener de Potter. Odiaba tener que echar mano de su propio dinero, maldito sea Black, si hubiera sobrevivido seguiría recibiendo las fortunas de Black y Potter.

-Espera ahí-, gruñó el cajero, gritando en idioma goblin al duende de seguridad, que a su vez asintió sombríamente y se alejó. El otro duende de seguridad permaneció donde estaba, con sus ojos negros y brillantes recorriendo el lugar en busca de algún problema.

-Sígueme-, dijo Griphook apareciendo después de unos minutos con el duende de seguridad, que volvió a ocupar su puesto. Griphook no esperó a Dumbledore, simplemente se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a su despacho. Sólo una vez que le dio la espalda, dejó que la sonrisa viciosa apareciera en su rostro durante todo el corto trayecto hasta su despacho. Para cuando estaba de nuevo frente a Dumbledore, parecía tan inexpresivo como siempre mientras permitía la entrada del anciano. El cual entró como si fuera el dueño del lugar, haciendo que Griphook gruñera silenciosamente a su espalda.

-¿Qué puedo hacer por usted?- preguntó Griphook mientras trataba de contener su furia ante la falta de respeto de Dumbledore. Ni siquiera el hecho de saber que le había impedido arruinar la vida de un chico podía hacer que la ira fuera menos potente.

-El contrato entre Ginny Weasley y yo, quiero que se detenga, de inmediato-. Le dijo Dumbledore al duende con gravedad, no se iba a ir hasta que se solucionara.

-Me temo que todos los contratos son inevitables, ni siquiera nosotros tenemos el poder de cortarlos- dijo Griphook, deleitándose mucho con la pérdida de la compostura del viejo tonto. No le temía al viejo tonto, si intentaba algo se le prohibiría la entrada a Gringotts, y nada le daría mayor placer que ser él quien diera esas órdenes.

-¡Debes hacer algo!- soltó Albus, sin poder evitarlo. Sus gélidos ojos azules miraban fijamente al duende, necesitaba salir de ese maldito contrato.

-No hay nada que se pueda hacer-, respondió Griphook una vez más, con la misma calma de siempre.

-Entonces encuentra una forma-, gruñó Albus, con su magia encendida como advertencia.

-Puedes intentar encontrar una, pero como mucha gente en el pasado fracasarás, te casas o pierdes tu magia, es tan simple como eso- dijo Griphook, observando como Dumbledore se ponía cada vez más rojo. Si había un momento en el que deseaba utilizar un invento de un mago, sería un pensadero, y así podría mostrarles esto a todos.